Rafael Nadal es una leyenda deportiva. Como tenista, un crack irrepetible, una bestia, una máquina de levantar trofeos. Nada que decir en este sentido. Ahora, cuando el de Manacor guarda la raqueta, uy. Ay. El ídolo tiene los pies de barro. De hecho, solo lo es para un determinado tipo de persona: los reaccionarios. Los carcas. Los ultras y sus primos. Don Rafael Nadal Parera, el embajador español de la caspa. Pero no lo digan muy alto, que la españita se ofende. Y te montan pelotones de fusilamiento en cualquier esquina. No sería la primera vez.

Nadal, que ya ve que su carrera deportiva está agonizando por las lesiones, se ha buscado a un buen socio para seguir ingresando muchos ceros. Embajador de la Federación de Tenis de Arabia Saudí. Es el último de los grandes deportistas mundiales que sucumbe a los millones infinitos de los jeques y de sus dictaduras toleradas por Occidente. No le haría falta, porque su vida, la de sus descendientes y de unas cuantas generaciones más está más que asegurada. Pero siempre quiere más, caiga quien caiga. Que le aprovechen, pero por mucha cobertura de oro que se ponga, el interior es transparente como un papel de fumar. Y lo que hay allí dentro no lo envidiamos; más bien provoca repulsión

La entrevista que ofreció en 'El Objetivo' de Ana Pastor en La Sexta es un documento lo bastante potente como para empezar a debatir, seriamente, si hay que ponerle un micrófono como un gran estadista, científico o artista. Con oírlo dando gritos en la pista de tenis basta, de verdad. Es abrir la boca y pensar en el meteorito. Atención a sus palabras sobre el fichaje por el régimen de los petrodólares: "Yo no creo que Arabia me necesite a mí para lavar ninguna imagen. Es un país que se ha abierto al mundo, es un país con un gran potencial, es lógico que el mundo se vaya para allí. La sensación es que se compra todo con dinero y que ahora Rafa también se ha vendido al dinero... entiendo que la gente pueda pensar eso, que hay cosas que a día de hoy se tienen que mejorar".". Lo entiende, pero se la suda, con perdón. Que si en unos años no ve cambios, reconocerá que se ha equivocado. Pero mientras tanto, al bolsillo.

La peor parte de su intervención giró en torno al feminismo, a la igualdad, todo eso que provoca tanta urticaria en los machistas. Su incomodidad lo delata: "No soy hipócrita. No quiero decir cosas que me son fáciles de decir y no pienso. La inversión para mí debe ser la misma para hombres y mujeres. Las oportunidades, las mismas. Y los sueldos. ¿Los mismos? No. Lo que es injusto es que no haya igualdad de oportunidades. Si me preguntas si soy feminista dime qué es ser feminista. Si me dices que ser feminista es que un hombre y una mujer tengan las mismas oportunidades, soy feminista. Tengo hermana, madre... ese término de feminista se lleva a unos extremos que no... claro que quiero igualdad. Y la igualdad no reside en regalar". Y así todo. Este es el ídolo de la españa más acomplejada. Vaya partido te has marcado, figura: te han pulverizado enredes sociales. Otro trofeo en sus vitrinas.

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Rafa Nadal / La Sexta