La cumbre hispano-francesa entre los presidentes Pedro Sánchez y Emmanuel Macron ya está en marcha en Barcelona. La elección de la capital de Catalunya por parte del ejecutivo español ha sido fuertemente criticada por el sector independentista, que ha demostrado su rechazo movilizándose en la avenida de Maria Cristina, a los pies de Montjuïc. La intención de La Moncloa parece clara: certificar el fin del procés, aprovechando el clima de división en las filas soberanistas. La réplica, sin embargo, ha tratado de recuperar aquello que tanto se añoraba: la unidad. Un esfuerzo que ha dado sus frutos, aunque haya heridas que continúan abiertas. Eso sí, es un paso. Lo que pase en el futuro solo depende de este movimiento.

La reacción obedece a lo que se considera como una humillación y una provocación en toda regla. Ver a los dos mandatarios de los países con más intereses por continuar con el status quo paseándose por Barcelona como si tal cosa es difícil de aceptar sin levantar la voz. Hacer ver que ya no hay tensión, que han sometido al enemigo, que todo ha acabado... Mejor sería decir que les importa un rábano, la verdad. La sensibilidad española por el conflicto con Catalunya es pétrea. Ver a miles de ciudadanos llenando calles y plazas es anecdótico, aquí impera el "por mis coj****", y punto. Y actúan como tal, incluso en los detalles más pequeños y supuestamente insignificantes. Por ejemplo, en la expedición de acreditaciones a las decenas de periodistas que cubrirán la reunión Sánchez-Macron.

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Llegada de Macron con Pere Aragonès y Pedro Sánchez a la cumbre hispano-francesa / Foto: Montse Giralt
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Esteladas en la cumbre hispano-francesa / Foto: Carlos Baglietto

La organización de la cumbre ignora el catalán en Barcelona

Un periodista de Catalunya Ràdio, Quim OIivares, lo explica en primera persona. Ha vivido un acto indignante cuando recogía la tarjeta que le permite acceder a la cumbre. Un atropello lingüístico. Olivares, coordinador en la radio pública y especialista en política internacional, ha visto cómo las autoridades españolas le cambiaban el nombre de manera arbitraria e injustificada. No hay excusas, porque resulta que Quim tiene EL DOCUMENTO que acredita, aquí, en Zamora y en Guinea Ecuatorial que su nombre es su nombre, y no ningún otro. Recuerda a aquello de Josep Lluís Carod Rovira en un programa de TVE, cuándo un estudiante de Valladolid le castellanizaba el nombre: "Yo me llamo Josep Lluis, aquí y en la China Popular y en la otra". A Olivares le pasa lo mismo. Pero claro, qué puedes esperar cuando la tarjetita de las narices ni siquiera incluye una referencia a la lengua donde se celebra la cumbre. Solo el castellano y el francés. Ni cortesía, ni fraternité.

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La acreditación de la cumbre hispano-francesa ignora el catalán / @quimolivator

El periodista Quim Olivares denuncia un atropello lingüístico con su nombre

¿Qué pone la acreditación del compañero de Catalunya Ràdio? Una cosa tan sencilla como "Joaquín Olivares". Ah, quizás es un error, un funcionario que iba demasiado rápido tecleando nombres... No cuela. Olivares es contundente: "La típica sensibilidad. Mi nombre no es este. (Y por si hay alguna duda en mi DNI dice Joaquim)". En catalán y en documento oficial español, no hay posibilidad de error. Indignante. Por cosas como estas quizás te quedas sin hacer un trámite importante en la administración o entrar en un país extranjero, como por ejemplo los EE.UU. No respetan nada. Sí, parece una provocación, como remacha la red. No hay más lecturas.

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Manifestación contra la cumbre hispano-francesa / Foto: Carlos Baglietto

Si así quieren reconstruir puentes, que llamen otro equipo de ingenieros. Eso se hundirá inevitablemente.