"Entre aplausos y algunos gritos de '¡Fuera'! han entrado los presos políticos en el hemiciclo". Esta es la frase que hizo tambalearse los cimientos de RTVE durante el Telediario. Por poco se colapsan las urgencias de los hospitales de toda España con centenares, miles de "ofendiditos" que se atragantaron con la comida ante la maldita frase. Había sido pronunciada por la periodista que cubría la agitada y emocionante jornada de consitución de las cámaras de representantes. Su autora, Alba Beas, se convirtió por un momento en la enemiga número 1 de la patria. Si llegan a escucharla Albert Rivera o Santiago Abascal, piden urgentemente su lapidación pública.

Pero por suerte los superhéroes españolistas estaban muy ocupados gritando y montando un nuevo "pollo" desde sus escaños, o quizás ya estaban en el bar del Congreso, comentando la jugada. Mientras tanto, Beas, la periodista que sin quererlo, había dicho lo que muchos demócratas pensamos, tuiteó una disculpa/fustigamiento, atribuyendo su "grave error" a "las prisas". Nunca han sido buena compañía, Alba. Se entiende que cuando uno va muy estresado, el cerebro no es capaz de retener las restricciones lingüísticas (absurdas) que se imponen desde el centralismo, por decirlo de manera suave.

El informativo de la pública reaccionó con agilidad. Al acabar la edición, la veterana presentadora Ana Blanco pedía también perdón por el ultraje a la patria, exculpando a su reportera, ya que había sufrido un "lapsus": "Pedimos disculpas por un error en una de las crónicas en la que se ha utilizado la expresión 'presos políticos' en vez de 'presos electos' a la hora de hablar de los diputados encarcelados".

Eso sí, "el lapsus" de Beas fue recibido con "ovación y vuelta al ruedo" (ya que nos quieren tan taurinos) en las redes. No tanto su bajada de pantalones. Especialmente, claro está, en Catalunya. Y Antonio Baños, el primero.

Vaya usted a saber los gritos que se escucharon por los despachos de RTVE, en el control de realización e incluso, en los lavabos de Torrespaña. Qué grave. Una periodista diciendo una verdad como un templo. Bien, una verdad que no quieren aceptar, claro está. Y si nos ponenmos quisquillosos, pues sí, hubo un error grave. Son presos políticos electos.