Penélope Cruz y Javier Bardem han recorrido medio mundo por motivos profesionales, pero su vida familiar late al ritmo tranquilo del norte de Madrid. Aunque ambos han triunfado fuera de nuestras fronteras, mantienen un vínculo profundo con su tierra, y esa conexión se refleja también en el lugar que han elegido como refugio: una casa sostenible en la exclusiva urbanización de Valdelagua, un enclave donde la discreción y la naturaleza conviven en perfecta armonía.

A poca distancia de la capital, lo justo para mantener la cercanía sin renunciar a la calma, se levanta esta urbanización rodeada de encinas, colinas suaves y aire limpio. Es un entorno ideal para una pareja que, pese a su fama mundial, busca la normalidad en su día a día y un espacio seguro donde criar a sus hijos. La facilidad de acceso al aeropuerto les permite mantener su ritmo profesional internacional sin renunciar a una vida doméstica estable.
Javier Bardem y Penélope Cruz, a las afueras de Madrid, rodeados de naturaleza
Valdelagua destaca por su privacidad extrema: seguridad continua, accesos controlados y un ambiente tranquilo que protege la intimidad de todos los residentes. Aun así, la zona ofrece comodidades de sobra para no depender del ajetreo madrileño: instalaciones deportivas, áreas verdes, un pequeño club social y servicios de proximidad que hacen la vida más cómoda.
Dentro de este entorno, la vivienda de Cruz y Bardem es una pieza singular. Encargaron el proyecto a un arquitecto reconocido por trabajar para personalidades del mundo del cine y los negocios, buscando una combinación equilibrada entre lujo, funcionalidad y sostenibilidad. La casa, originalmente levantada en los años 70, ha sido renovada profundamente para incorporar sistemas que reducen el impacto ambiental: paneles solares, depuración y reutilización de agua, aislamiento térmico avanzado y un diseño que aprovecha al máximo la luz natural. El jardín —amplio, frondoso y pensado para integrarse con el paisaje— se riega mediante sistemas de bajo consumo, y los materiales empleados en las reformas priorizan la eficiencia y la durabilidad.
A nivel de comodidades, no renuncian a nada: piscina, gimnasio, zonas de relajación y espacios exteriores donde desconectar del ruido y recuperar energía. La residencia es, en esencia, un santuario pensado para ser vivido con calma.
Aunque la pareja posee otras casas repartidas por el mundo, es en Valdelagua donde encuentran ese equilibrio entre naturaleza, intimidad y sostenibilidad que tanto valoran. Un hogar que refleja su forma de entender la vida: sencilla, consciente y profundamente conectada con sus raíces.
