Mónica Naranjo no soporta el desorden. Ni un poco. Ni por despiste. Y mucho menos por rebeldía ajena. La cantante, conocida por su voz arrolladora y su carácter sin filtros, también gobierna su casa con mano firme y perfectamente alineada. Porque si algo tiene claro es que el caos no entra en su vida. Ni en el escenario ni fuera de él.

La artista lo dice sin rodeos y con ese tono suyo tan poco diplomático. El orden no es una manía reciente ni un capricho de diva. Es una lección aprendida desde niña y aplicada hasta las últimas consecuencias. Y, a juzgar por su carrera, no le ha ido nada mal.

Toallas rectas y cojines simétricos

Y es que en el universo de Mónica Naranjo no existe la palabra “luego lo arreglo”. Las toallas tienen que estar perfectamente dobladas, las sábanas estiradas como si acabaran de pasar revista y los cojines colocados con una simetría casi matemática. Nada de arrugas con personalidad ni desorden creativo.

Mónica Naranjo Gtres

La realidad es que este nivel de control genera escenas domésticas dignas de reality. En casa, cualquier intento de rebelión es neutralizado en segundos. Da igual que alguien arrugue una almohada “porque está en su lado”. Ese lado también entra dentro del territorio del orden. Y si hay que recolocar, se recoloca. Mónica no se esconde ni pide perdón. Al contrario. Asume que puede resultar insoportable para algunos, pero no piensa cambiar. El orden le da calma, control y una sensación de equilibrio que considera imprescindible para funcionar.

Disciplina dentro y fuera del escenario

Esta obsesión no se queda en casa. Se traslada a su día a día, a su trabajo y a su manera de entender la vida. Camerinos ordenados, rutinas claras y cero margen para la improvisación innecesaria. Todo tiene su sitio. Y si no lo tiene, se le busca. Lejos de vivirlo como una carga, Mónica lo celebra. Cree firmemente que esa disciplina aprendida de pequeña ha sido clave para mantenerse firme en una industria salvaje. Donde otros se pierden, ella ordena. Donde hay ruido, ella pone estructura.

Así pues, mientras muchos artistas presumen de caos creativo, Mónica Naranjo reivindica el poder de una toalla bien doblada y un cojín en su sitio. Puede que no sea flexible, pero es coherente. Y si alguien no lo aguanta… ya sabe lo que piensa ella al respecto.