Ahora su vida es plácida y a nivel económico, está solucionada. En un mundo donde la gran mayoría de personas las pasan canutas para salir adelante, donde muchos otros tienen que hacer horas y horas para llevar un sueldo a casa, hay una burbuja que vive una realidad paralela: la de los jugadores de fútbol de primer nivel o de equipos de élite. Ser jugador del City, del Liverpool, del Bayern, de la Juventus, del Barça o del Madrid implica, en mayor o menor medida, tener unos emolumentos más que generosos. Muchos tienen el futuro asegurado gracias a las millonadas que cobran por jugar a fútbol. Uno de ellos, una de las revelaciones de la última temporada en la Liga, el uruguayo del Real Madrid Fede Valverde.

A pesar de tener sólo 22 años, ya es una de las piezas importantes del conjunto de Zidane. Su vida en Madrid va viento en popa. Talento encima del césped y tranquilidad en el núcleo familiar. Antes de que se decretara el estado de alarma, él y su pareja, Mina Bonino, fueron padres de su primer hijo, Benicio. La pareja llevaban juntos dos años, desde que el futbolista y la periodista deportiva empezaron a salir.

Bonino, de 27 años, está al lado del jugador conocido como El Pajarito desde que aterrizó en Madrid, tal como destaca La otra crónica. También explican la curiosa historia de amor de los dos, con ella cogiendo un avión desde la Argentina hasta Madrid sólo para conocer al jugador, después de haber hablado sólo por las redes sociales. A partir de entonces, una vida de amor y lujo. Pero no siempre fue así. En una entrevista para TNT Sports, ha revelado otro viaje que hizo a Madrid dónde las pasó canutas antes de nadar en la abundancia. Fue en el año 2018 para ver la final de la Copa Intercontinental entre River y Boca que se jugó en el Bernabéu.

"Viajé a Madrid de un día para otro. Me saqué un pasaje de ida. No me saqué el de vuelta porque valía un huevo y medio y no llegaba. En Madrid me quedé en un hostel de tres euros la noche. Había tres hinchas de River, un viejo y un ruso, imagínate esa mezcla...", recuerda. A la hora de alimentarse, su precaria situación tampoco daba para mucho. ¿Qué comía?: "Comía lo que había. Iba al supermercado y las muestras que había, que estaban las promotoras dándote quesitos, sandwichitos... yo agarraba todo para no pagar". Para volver a su casa, lo hizo ahorrando al máximo, volando con escala a Dubai y durmiendo en el aeropuerto en nochebuena. Queda claro que todo aquello ha quedado atrás.