Que alguien le saque el móvil con cámara a Miguel Bosé. Empezó el año con un vídeo siniestro donde con voz de ultratumba deseaba buen año como si fuera su último año. Lo tuvo que retirar. Ha iniciado una guerra contra Michelle Bachelet con vídeos muy locos de Bosé en la despensa a oscuras con voz de fantasma, "Micheeeelle, Micheeeeelle" o con un koala. Alguien puede pensar que no está bien. Ahora los productores de la película Rocketman sobre la vida de Elton John están arrepentidos de haberlo invitado a la premiere mexicana. Bosé ha firmado una oda al esperpento:

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Un cantante de 63 años tendría que conservar el sentido de la oportunidad y evitar mostrar a los fans que ha perdido la voz y el sentido común. La combinación de afonía, gafas de Pepe Gáfez, primeros planos aullando al cielo como Charlie Rivel y aspecto siniestro combina poco con una película que quiere ser festiva y musical. Bosé tendría que plantearse si tapar con este despropósito público las dos cosas que debería retomar: los escenarios y explicar por qué desprecia a dos de los cuatro hijos que tuvo con Nacho Palau.