Aunque cueste imaginarlo, Michelle Pfeiffer, que a sus 67 años sigue siendo uno de los rostros más icónicos del cine, es abuela desde hace un par de años. Su hija mayor, Claudia Rose, a la que adoptó antes de casarse, fue quien la convirtió en “grandma” por primera vez. Y esa nueva faceta le ha movido a tomar una decisión muy clara: en declaraciones a Fox News Digital, adelantó que en 2026 reducirá su ritmo de trabajo para poder disfrutar más de la pequeña.
La actriz, además, es madre de John Henry, de 31 años, el hijo que tuvo junto a su marido, David E. Kelley, figura legendaria de la televisión estadounidense. Kelley, con quien Michelle lleva algo más de treinta años casada, ha firmado algunas de las series más influyentes de las últimas décadas, como La ley de Los Ángeles, Ally McBeal o El abogado del Lincoln, además de muchas otras producciones que lo mantienen en la élite creativa de Hollywood. Uno de los secretos de esta longeva relación es “decirse te quiero, lo hacemos todos los días”.
Michelle Pfeiffer estaba muy enamorada
Pfeiffer se convirtió en estrella mundial tras Scarface (1983), un papel que estuvo a punto de perder porque Al Pacino no la quería en el reparto. A partir de ahí ascendió sin freno, aunque con la llegada del nuevo milenio optó por tomarse largas pausas —algunas de hasta cuatro años— para centrarse en la crianza de sus hijos y alejarse de la presión del éxito constante.
Su belleza siempre ha sido uno de sus rasgos más comentados, pero también uno de los motivos por los que atrae miradas incluso hoy. Su rostro, equilibrado y muy fotogénico, ha cambiado, sí, pero de una manera muy distinta a la de otras figuras del espectáculo. En sus últimas apariciones algunos la han encontrado casi irreconocible; sin embargo, no hay rastros de excesos ni intervenciones desmesuradas. Nada de volúmenes artificiales ni efectos secundarios del bótox. Pfeiffer ha optado por tratamientos discretos, cuidados de la piel de alta calidad y maquilladores expertos que mantienen su aspecto natural sin caer en la caricatura.
En el terreno personal, la artista y su marido dejaron atrás en 2022 su enorme mansión de Pacific Palisades, un inmueble de más de 1.000 metros cuadrados que vendieron por 25 millones de dólares. Desde entonces viven en la misma zona, pero en una casa algo más “pequeña”, de 700 metros y valorada en 10,6 millones.
Y aunque planea trabajar menos, Michelle tiene todavía estrenos por delante: el próximo 3 de diciembre llegará a Prime Video su nueva película navideña, Oh. What. Fun, compartiendo pantalla con Denis Leary, Eva Longoria, Chloë Grace Moretz y Felicity Jones.
