La colaboradora de Telecinco y periodista, Mayka Navarro, ha hecho una dura confesión sobre su pasado. Habituada a hablar y tratar informaciones de mujeres maltratadas, muchas de ellas, que no han podido salir vivas para explicarlo, ha escrito un artículo en el diario La Vanguardia solidarizándose con todas las víctimas y exigiendo a la opinión pública que nunca más "se atrevan a cuestionar a una mujer porque no se separó antas de su maltratador". Y lo ha hecho exponiendo su propia experiencia: "Créanme, nos puede pasar a todas".

Navarro explica que hace tiempo que cena regularmente con unos amigos y compañeros de trabajo de una de sus primeras parejas. Pero en la última cena, después de mucho tiempo callándolo, les abrió el corazón para explicarles "sin llorar, lo que yo no dejé, ni a ellos ni a casi nadie, que vieran". Habla de una relación antigua, de una persona de la que se enamoró y de cómo no es capaz de saber a partir de qué momento aquel hombre "empezó a tejer la red en la que me envolvió y casi me ahoga". Sí recuerda que hubo un momento en que "ya no le hacía tanta gracia esa manía mía de tocar a la gente mientras les hablo, dejó de gustarle que hablara con sus compañeros".

 

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La colaboradora, entre otros de El programa de Ana Rosa, explica que empezó a ceder cuándo él le reñía: "dejé de salir. Y también de bailar, porque lo mío era y es la salsa, y según él yo movía el culo demasiado". Unos temores que la tenían inmovilizada y la convertían poco a poco en "un ser inexistente que evitaba casi todo por miedo". Un miedo que se convirtió en terror, especialmente, a la hora de ir a dormir: "durante un tiempo me acosté en la cama pensando que sería mi última noche con vida. Veía la muerte, la mía o la suya, como la única salida al infierno. Yo no me iba a suicidar, pero él se podía morir, y a mí me podía asesinar". Una pesadilla que la sumió en la certeza que "cada día me mataba un poquito por fuera y por dentro".

mayka navarro ana rosa

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Muy poca gente de su entorno era consciente de lo que estaba viviendo, y todos le suplicaban que lo dejara estar. Ella ya era periodista de sucesos y estaba viviendo uno en primera persona. De ahí el homenaje a todas las mujeres maltratadas de las que ha tenido que informar.