Marta Sánchez no pierde el control ni siquiera cuando cruza la puerta de un hotel de cinco estrellas. Da igual el número de almohadas, el tamaño de la habitación o las vistas desde la ventana, porque si la cama no está como a ella le gusta, no está bien. En este sentido, la cantante no tiene ningún problema en arremangarse y hacerse la cama ella misma.
Y es que lejos de divismos o exigencias imposibles al personal del hotel, Marta opta por la vía rápida. Llega, observa y actúa. Nada de llamar a recepción ni pedir cambios eternos. Prefiere hacerlo a su manera, con precisión quirúrgica y sin intermediarios. “Cuando voy a un hotel me hago yo misma la cama”, ha reconocido.
Sábanas rectas, almohadas alineadas y nada de caos
De este modo, la artista demuestra que su fama no le ha quitado una manía muy clara: el orden. La cama tiene que quedar perfecta, tensa, simétrica y exactamente como ella quiere. No es una cuestión de desconfianza, es de tranquilidad mental. Si va a dormir varias noches en el mismo sitio, necesita sentir que ese espacio también le pertenece. Esta obsesión no se queda solo en el colchón. Marta Sánchez es de las que abren la maleta y colocan todo como si estuvieran en casa. Camisas alineadas, vestidos visibles y nada de rebuscar a última hora. Su armario, dicen, es un espectáculo digno de exposición: todo ordenado, localizado y sin margen para el caos.

Y es que hay personas que descansan mejor sabiendo que todo está bajo control. En su caso, el descanso empieza mucho antes de meterse en la cama. Empieza cuando las cosas están exactamente donde deben estar.
Manías de diva, pero con escoba propia
La realidad es que esta faceta doméstica sorprende a muchos. Porque uno imagina a una estrella del pop pidiendo cambios, quejándose o delegando. Marta Sánchez hace justo lo contrario: se encarga ella misma y punto. Sin ruido, sin exigencias y sin espectáculo. De este modo, la cantante demuestra que sus manías no van de lujo, sino de costumbre. Le gusta el orden, la limpieza y la sensación de control. Y si para eso tiene que estirar una sábana o recolocar una almohada, lo hace sin problema.
Así pues, mientras otros artistas convierten el hotel en un campo de batalla, Marta Sánchez lo transforma en su propio dormitorio… aunque sea por unos días. Cama hecha a su gusto, ropa perfectamente colocada y conciencia tranquila. Porque hay divas que piden champagne y otras que prefieren una cama bien estirada. Y ella, claramente, es de las segundas.