Restaurante en Terrassa, programas en TV3, a cuál más exitoso (Cuines, Joc de cartes, Pop Up Xef), libros (el último, En marxa, cuina! Històries d'un cuiner amb rock'n'roll). Marc Ribas es un rockero entre fogones, un chef con una barba proporcional a su talento y su telegenia, un cocinero con bíceps descomunales que siempre ha tenido las cosas claras. También, cuando siendo el segundo de otro chef, le paró los pies después de ver cómo humillaba a su equipo.

"A a un chef lo frené con un 'Ya basta!' estilo Cuní", reconoce en una entrevista en La Vanguardia. Por lo que explica, maltrataba a los empleados, y cuando vio caerle una lágrima a una compañera, estalló: "Tú no eres nadie para llamarme nada", le dijo, airado. Su respuesta, para enmarcar: "No jerárquicamente, pero sí humanamente". Y físicamente. Portento musculoso, su cuerpo detrás de la chaqueta de chef, impresiona, forjado a base de horas de gimnasio: "45 minutos de cardio y 1h y media pesas". Le viene de lejos. Con 13 años se puso a levantar pesas y con 16 años ya ganaba competiciones. Combinaba las pesas con los pinceles. "Dibujo muy bien desde pequeño. Acabé Bellas Artes y sigo pintando y haciendo pinceladas a ratos".

Las dos aficiones le proporcionaron los primeros trabajos mientras se pagaba los estudios: "Trabajaba por la noche de portero de discoteca. Diseñé cartelería e interiorismo de pubs musicales en Sabadell y Terrassa". Eso sí, perjura que la noche nunca lo confundió como a Dinio: "Me repugnan las drogas y la embriaguez". En cambio, le deleitan unos buenos macarrones, el vino rancio para cocinar y tiene claro qué menú le cocinaría a Jesucristo, el personaje célebre para quien le gustaría hacerlo: "Unos canelones con bechamel. Y de postre, crema catalana. Que sepan en el cielo como de suculenta es la cocina catalana".