Lolita Flores es una artista histórica del Estado español: por ser hija de Lola Flores y el Pescaílla, y por una carrera de éxito como cantante, actriz y jurado de programas de televisión. Trabaja mucho y siempre va de aquí para allá. Conoce aviones, trenes y otros medios de transporte como la palma de la mano. Sin embargo, no parece vacunada contra los problemas que, demasiado a menudo, se te presentan de manera indeseada y con solución complicada y pesada. Por ejemplo; que te pierdan el equipaje. Quedarte sin maletas es de esas cosas que, si no te lo tomas con filosofía zen, te pueden sacar de quicio. A Lolita, sin ir más lejos, es lo que le acaba de pasar en el aeropuerto del Prat de Llobregat. Se ha puesto muy flamenca.

La primogénita de los Flores llegaba de Bilbao, después de una actuación en Basauri, y aterrizaba en Catalunya para atender más compromisos laborales. En Barcelona se graba el 'Tú cara me suena', en plena actividad para estrenar nueva temporada en abril. Al salir de la aeronave y llegar a la cinta de equipajes, con 35 minutos de retraso, el desastre. Sus pertenencias, en el limbo. Sabe mal, todos hemos pasado por un trance similar y es jorobado. La decisión de Lolita fue protestar, claro. Fue al mostrador de la compañía a quejarse, pero la persona que la atendió escurrió el bulto. Que "en 10 minutos llegará mi compañera". Diez minutos que se convirtieron en una eternidad, subiendo el grado de ira de la agraviada. ¿Siguiente paso? Ir a la denuncia pública, a desembuchar en redes sociales.

La cantante Lolita durante su actuación al concierto. Mar Vila ACN
La cantante Lolita / ACN

664.000 seguidores tuvieron acceso al vídeo de la cantante leyéndole la cartilla a la empresa responsable de sus maletas. Cámara en mano, graba el mostrador vacío, mientras afirma que "estamos aquí un montón de gente, que no los voy a sacar, esperando. Parece ser que la compañera ha desaparecido, como mi maleta". Se refiere, claro, a la encargada de atender su reclamación, la mujer invisible. Tan invisible, sin embargo, como la realidad que narra una Lolita quizás demasiado obcecada con su enfado. La cámara la delata. Miren el vídeo.

Eso de "un montón de gente" no se ve en ningún sitio: el reflejo del vidrio del mostrador ofrece una perspectiva amplia de la zona y, o el personal se esconde muy bien, o Lolita ha exagerado un poquito. Llega a repetir su estimación de afluencia de clientes insatisfechos, después de medio gritar "es una vergüenza lo que pasa con esta compañía. A ver si me lo solucionan porque yo no vengo de vacaciones a Barcelona, vengo a trabajar. A ver si me lo solucionan a mí, y en todos los que tengo detrás". Es decir, ella y el del tam-tam. El ridículo es evidente. Y la red se está poniendo las botas, es el hazmerreír. Sarandonga, cuchibiri, cuchibiri.