Durante décadas, el nombre de Belén Esteban fue sinónimo de polémica, audiencia y titular. Apodada “la princesa del pueblo”, su ascenso en el mundo del corazón se debió en gran medida a su relación con el torero Jesulín de Ubrique y a los numerosos enfrentamientos que protagonizó con él y su esposa, María José Campanario. Sin embargo, en los últimos años, la figura de Esteban ha ido perdiendo fuelle de forma evidente, y cada vez son menos los espacios donde se la ve o se la escucha. Según fuentes cercanas al entorno mediático, detrás de esta caída no estaría únicamente el desgaste natural de la fama, sino una estrategia calculada de silencio por parte del matrimonio Jesulín-Campanario.

Lejos de entrar en provocaciones o responder a los ataques públicos que Belén ha lanzado durante años, tanto Jesulín como María José adoptaron una postura fría, imperturbable. No han acudido a platós, no han dado entrevistas ni se han dejado enredar en los múltiples programas donde el testimonio de Esteban era protagonista habitual. Al contrario: optaron por la vía del silencio. Una decisión que, en el mundo de la televisión y la prensa rosa, donde el escándalo necesita combustible constante, resultó letal.

Belén Esteban / Gtres
Belén Esteban / Gtres

En los últimos años, esa ausencia de conflicto ha ido erosionando lentamente el interés que los medios tenían en Belén Esteban. Ya no había contraataques, exclusivas ni guerras mediáticas. La historia, sin contraparte activa, se fue diluyendo. Y con ella, la presencia de Belén como personaje con gancho. Al no haber respuesta, sus declaraciones comenzaron a perder peso, su discurso a parecer repetitivo, y su figura a desdibujarse.

Campanario, la estratega silenciosa

Aunque Jesulín ha sido históricamente más hermético, muchas voces apuntan a que la mano que ha guiado esta estrategia ha sido la de María José Campanario. Licenciada en Odontología, con perfil discreto pero muy inteligente, Campanario habría comprendido desde el principio que la forma más efectiva de neutralizar a Esteban no era combatiéndola, sino ignorándola. Y el tiempo parece haberle dado la razón.

Incluso cuando se han producido episodios relevantes —como el supuesto distanciamiento de Jesulín con su hija Andrea Janeiro o la publicación de mensajes antiguos que reabrían viejas heridas— el matrimonio ha mantenido la misma línea: silencio absoluto. Ni entrevistas, ni comunicados, ni declaraciones públicas. Nada.

María José Campanario / GTRES
María José Campanario / GTRES

El final de una era

Con el cierre de Sálvame, el bastión mediático de Belén Esteban durante más de una década, su figura se ha diluido aún más. Su presencia en programas posteriores ha sido más esporádica y menos impactante. Las nuevas generaciones ya no la reconocen como un referente televisivo, y las revistas del corazón han vuelto su mirada hacia otros personajes más actuales o con conflictos más recientes.

Paradójicamente, Belén, que supo construir su carrera a base de sinceridad, lágrimas, enfrentamientos y titulares, no ha encontrado en la calma el terreno para seguir vigente. Mientras tanto, Jesulín y Campanario continúan con su vida alejada de los focos, convertidos —aunque nunca lo confiesen— en los grandes artífices de la caída de quien un día monopolizó la atención mediática del país.

Lo que para algunos fue una retirada silenciosa, para otros ha sido una jugada maestra. Y es que, en la guerra del corazón, a veces el mejor ataque es no responder.