Isabel Preysler afronta un verano diferente al de años anteriores. La socialité filipina, acostumbrada a disfrutar de unos días estivales junto a su hija Tamara Falcó, ve este 2025 cómo la marquesa de Griñón ha cambiado sus prioridades: en vez de instalarse en la mansión de Puerta de Hierro para pasar tiempo con su madre, ha optado por acompañar a su esposo, Íñigo Onieva, en un viaje familiar junto a la madre y los hermanos del empresario.

La decisión de Tamara marca un giro en su dinámica familiar. Aunque siempre se ha mostrado muy unida a su madre, y han compartido veranos en destinos como Marbella, Sotogrande o incluso Filipinas, esta vez la marquesa ha preferido estrechar lazos con su nueva familia política. Según fuentes cercanas al entorno de Preysler, el gesto no ha pasado desapercibido y ha generado cierta incomodidad.

El destino del viaje no ha trascendido oficialmente, aunque varios medios apuntan a que Tamara e Íñigo pasarán unos días en el norte de España, en un enclave discreto y natural, alejado del foco mediático, acompañados por Carolina Molas, madre del empresario, y los hermanos de Íñigo, con quienes Tamara está intentando construir una relación cercana. Esta escapada se percibe como una forma de consolidar el vínculo familiar tras su boda y dejar claro hacia dónde se inclina ahora su lealtad afectiva.

La ausencia de Isabel Preysler en este plan resulta llamativa. En otros tiempos, Tamara organizaba su verano de manera que incluía largas estancias con su madre, especialmente tras la muerte de Carlos Falcó, cuando ambas se mostraron especialmente unidas. Incluso en sus crisis con Íñigo, Tamara buscaba consuelo en casa de su madre. Pero tras el matrimonio celebrado en 2023 —y tras varias reconciliaciones públicas y privadas— la marquesa ha optado por hacer causa común con su esposo, incluso en lo cotidiano.

Los Preysler aseguran que Isabel no ha exteriorizado su malestar

Fuentes del círculo social de Preysler aseguran que Isabel no ha exteriorizado su malestar, pero que se siente “relegada” y sorprendida por esta distancia creciente con su hija. “No es cuestión de celos, pero Isabel siempre ha sido el centro del universo de Tamara. Ver que ahora ella tiene otras prioridades cuesta, especialmente para una madre tan presente como Isabel”, señala una persona cercana a la familia.

Tamara defiende su posición 

Tamara defiende que es natural buscar un equilibrio entre ambas familias y que quiere compartir momentos con la familia de su marido, a quienes considera “generosos, acogedores y muy unidos”. La marquesa está especialmente agradecida por el apoyo que ha recibido de Carolina Molas durante los meses de turbulencias mediáticas que vivió antes y después de su boda. El gesto, sin embargo, no es aislado.

En los últimos meses, Tamara ha reducido su presencia en los eventos organizados por su madre y ha optado por mantener un perfil más independiente, centrado en su matrimonio, su trabajo como colaboradora televisiva y sus compromisos de marca. Mientras tanto, Isabel Preysler se prepara para un verano más tranquilo y sin tanto ajetreo familiar. Aunque no ha querido hacer declaraciones, todo apunta a que este será un verano distinto, marcado por una distancia emocional que, aunque silenciosa, parece cada vez más evidente.