Isabel Preysler, la eterna reina del glamour español, vuelve a ser el centro de todas las miradas. Durante sus recientes vacaciones en Marbella, la socialité sorprendió con un rostro radiante y visiblemente rejuvenecido, provocando un aluvión de comentarios que oscilan entre la admiración y la intriga. Muchos coinciden en que se ha quitado al menos cinco años de encima, y no precisamente gracias a un filtro fotográfico.
La aparición tuvo lugar en el lujoso restaurante China Crown del Hotel Gran Meliá Don Pepe, inaugurado este verano por su amiga María Libao, empresaria que ha elevado la gastronomía asiática en España. Ambas posaron juntas, rememorando una imagen de hace veinte años… con una diferencia apenas perceptible en la piel y los rasgos de Isabel, algo que ha encendido todas las alarmas sobre un posible paso por el quirófano o, al menos, por la clínica estética. Su piel tersa, las facciones en armonía y una luminosidad notable hacen pensar más en una mujer de cincuenta años que en alguien próxima a las ocho décadas.
Rellenos, lifting y tratamientos de alta tecnología: las armas del rejuvenecimiento facial
Aunque Isabel siempre ha defendido que la clave de su apariencia es una vida disciplinada —alimentación cuidada, ejercicio constante y rutinas de belleza infalibles—, las imágenes recientes han reavivado las sospechas. Expertos en estética apuntan que podría haberse sometido a un lifting de última generación combinado con rellenos de ácido hialurónico, logrando un efecto lifting natural y sin excesos.
Pero ahí no termina la lista. Fuentes cercanas al entorno de la socialité señalan que es asidua a técnicas como la radiofrecuencia fraccionada, tratamientos con microagujas, sesiones de Hydrafacial y hasta terapias con ozono, todos ellos destinados a mejorar la textura y luminosidad de la piel. El resultado es un rostro fresco, libre de arrugas marcadas y con una expresión sorprendentemente juvenil.
Por qué Isabel Preysler desafía el paso del tiempo a los 74 años
Si bien su genética privilegiada ha jugado un papel fundamental, la ex de Mario Vargas Llosa nunca ha ocultado su gusto por la cosmética de alto nivel y la medicina estética. El truco, según sus hijas, es la moderación: “retoques sí, pero sin perder la naturalidad”. Isabel sabe que un exceso de intervenciones puede deformar el rostro, por lo que apuesta por tratamientos progresivos que solo potencian sus rasgos.
El “antes y después” que circula en redes sociales no deja lugar a dudas: la ex de Mario Vargas Llosa luce hoy tan espléndida como en sus mejores años. Los expertos señalan que esta es la prueba de que los retoques bien realizados y el mantenimiento constante pueden lograr resultados que rozan lo milagroso. Y en el caso de Isabel, el resultado es tan impecable que no se percibe dónde termina la genética y empieza la medicina estética. Hoy, su nueva cara en vacaciones se ha convertido en el tema de conversación favorito en las tertulias del corazón. Si se trata de un retoque reciente o del fruto de años de cuidados impecables, solo Isabel lo sabe. Lo que es innegable es que sigue siendo un icono de belleza atemporal que, con cada aparición, demuestra que la edad es solo un número.