La jet set internacional contiene el aliento: Isabel Preysler, a sus 74 años, atraviesa uno de los momentos más delicados de su vida. La denominada "reina de corazones", que durante décadas ha sido sinónimo de elegancia, estabilidad financiera y discreta sofisticación, ha desaparecido casi por completo del foco mediático. Su reciente y breve reaparición en Washington, con motivo de la graduación de su nieto Alejandro Altaba Iglesias, ha desatado una oleada de especulaciones y teorías que señalan una causa común: su frágil estado de salud.

Fue el conocido fotógrafo y colaborador televisivo Sergio Garrido quien encendió la mecha de la inquietud. Según ha asegurado en distintos espacios televisivos, Preysler estaría lidiando con complicaciones de salud más serias de lo que se quiere admitir, basándose en información suministrada por una fuente del entorno íntimo de la socialité. Lo cierto es que desde hace meses no se deja ver públicamente y, cuando lo hace, necesita el apoyo constante de su hija Tamara Falcó para realizar acciones tan simples como subir escaleras.

Una salud en picado y un estado anímico en declive: las secuelas del duelo

La muerte de Mario Vargas Llosa, su última pareja oficial, habría sido el desencadenante emocional de este declive. La ruptura de su relación ya generó titulares, pero la posterior pérdida del Nobel peruano ha tenido un impacto aún más devastador para Isabel, según aseguran personas cercanas. Su tristeza no solo sería visible en su semblante, sino que su delgadez extrema y su falta de energía han despertado serias preocupaciones médicas.

Las imágenes captadas en uno de sus últimos actos sociales previos al fallecimiento del escritor resultaron alarmantes. Rostro afilado, mirada apagada y una figura excesivamente delgada dieron pie a teorías que apuntan a una posible enfermedad de base. La versión más compartida es que Isabel estaría enfrentando una dolencia de carácter crónico, que se ha agudizado en los últimos meses por su deterioro emocional.

Rumores médicos desde EE.UU.: ¿una enfermedad grave no revelada?

La preocupación ha cruzado el Atlántico. Medios estadounidenses especializados en celebridades han recogido la información filtrada desde España, dándole un eco que no se había visto antes. En concreto, publicaciones con base en Miami y Nueva York aseguran que fuentes próximas a la familia Preysler han manifestado su alarma por el estado de la matriarca. Incluso se menciona que podría estar bajo tratamiento médico en casa, con visitas periódicas de profesionales de salud y con un equipo de seguridad redoblado para evitar filtraciones.

Por ahora, ningún miembro del clan ha querido confirmar o desmentir las versiones. Tamara Falcó guarda silencio sepulcral, mientras Ana Boyer, Julio José y Chábeli optan por el hermetismo absoluto. Enrique Iglesias, en cambio, habría intensificado sus comunicaciones con Villa Meona, donde se mantiene en contacto frecuente con médicos privados que estarían monitoreando la situación.

Isabel Preysler no es solo una figura emblemática de los medios, sino un auténtico símbolo de una era dorada del glamour en España. Su caída, tanto física como emocional, podría marcar el final de ese brillante capítulo del entretenimiento rosa en el país. A diferencia de otras estrellas, ella supo proteger su imagen con maestría durante décadas, gestionando con inteligencia la atención pública. Pero hoy, el hermetismo ha transformado su aura de misterio en inquietud, y ese misterio empieza a generar temor. Los meses que vienen serán cruciales. Si se confirma lo que muchos temen —una enfermedad grave y avanzada—, estaremos ante uno de los episodios más sombríos en la historia familiar de los Preysler.