Tamara Falcó e Íñigo Onieva ya han llegado al hotel Ritz de Madrid, escenario de dos de las tres fiestas previstas en su boda. La otra, la gorda, será la de la finca El Rincón, propiedad de la marquesa y donde se prometerán amor eterno ante| el padre Cruz, el cura cabecera de la novia. Eterno o lo que surja, que según sus enemigas será breve. "Un año y medio" es la primera apuesta de la porra, se aceptan otras. No crean, sin embargo, que es fácil acertar. La mayoría no daba ni medio céntimo para|por esta pareja y mira, ya los tenemos en capilla, a punto de completar una gincana delirante y surrealista. Nunca hay que menospreciar la tozudez, el orgullo, el miedo al ridículo y, sobre todo, una cifra millonaria ante un reto imposible. Tamara se ha encaprichado con Íñigo y llegará a la meta por lo civil, lo católico o lo criminal. Lo que pase después será otra historia. Negra, pero historia.

Este color predomina en el tramo final del culebrón. De la crónica rosa hemos pasado a la negra y de sucesos. Tenemos polis y cacos a mansalva: una amante de la policía nacional, el atraco de unas joyas prestadas a la familia Onieva y el supuesto intento de robo del reloj de 50.000€ del novio. Bien, pues ahora directamente vemos agentes en todas partes. Una patrulla de la Guardia Civil se presentó ayer en el escenario de la boda. ¿Por qué? "Para controlar que todo estaba en orden" fue la única y lacónica respuesta. Quizás querían vigilar el tema de la pirotecnia, o que tuvieran los permisos en regla, o incluso inspeccionar la zona para saber si la infanta Elena podría sentirse segura. Ni idea. Solo queda claro que la Benemérita también quiere su minuto de gloria en la cita del fin de semana. Y no son los únicos uniformados, no.

Guardia Civl, finca El Rincon Twitter
La Guardia Civil en la finca El Rincón, escenario de la boda de Tamara e Íñigo / Twitter

Iñigo Onieva llega a casa de Isabel Preysler escoltado por la policía nacional

Esta misma mañana, un Onieva nervioso y acalorado subía a su moto, se ponía el espantoso y choni casco color chaleco reflectante y se dirigía hacia la casa de su suegra Isabel, donde pernocta su prometida desde que saliera, curiosamente, la nueva infidelidad pública del Íñigo. Iba descamisado, enseñando pelo en pecho, un machote pijo. Pero esto no es lo que más nos ha sorprendido, ni mucho menos. Había otro detalle espeluznante y que han captado las cámaras apostadas en el domicilio de la Preysler. Sí, también tiene que ver con policías: parece que lo escoltaban hasta allí. ¿Onieva es asunto de Estado, o qué?

Íñigo Onieva descamisado Europa Press
Íñigo Onieva descamisado / Europa Press

Las últimas horas de soltero de Íñigo Onieva, una novela policiaca

Llámennos quisquillosos, pero ver al relaciones públicas llegando a su destino justo detrás de un coche patrulla nos deja los ojos como platos. Aquí está pasando algo raro, hace tiempo que no creemos en las coincidencias. No sabemos si es que quieren proteger al novio de cualquier peligro antes de la boda, o quizás se trata de evitar que escape en el último momento y se arme un escándalo mayúsculo. Cuántos dudas y una única certeza: tantos agentes y tantos cuerpos policiales hacen sospechar. Parece un ministro, tú. Con la camisa desabrochada y tal, pero vigilado por las fuerzas de seguridad. Qué miedo.

Íñigo Onieva policía nacional moto Europa Press
Íñigo Onieva escoltado por la policía nacional / Europa Press

Onieva y los policías, una relación muy prolífica: amantes, amigos, escoltas. Caray.