Hay quien dice que en los aeropuertos te encuentras de todo. Gente que va, gente que viene, gente enamorada, gente que llega con el corazón roto, sonrisas ante una nueva vida, tristezas por continuar con la misma vida de siempre... Una de las películas románticas más bonitas que se han hecho nunca, Love actually, empieza con imágenes de un aeropuerto, y una voz en off que dice así: "Siempre que me siento pesimista por cómo está el mundo, pienso en la puerta de llegadas del aeropuerto de Heathrow. La opinión general da a entender que vivimos en un mundo de odio y egoísmo, pero yo no lo entiendo así... A mí me parece que el amor está en todas partes".

Quizás el amor está en todas partes... menos en el aeropuerto de Bruselas. O quizás allí también está, pero viendo la cara de José María Aznar, parece todo lo contrario. La opinión general da a entender que vivimos en un mundo de odio y egoísmo..., quien escribió esta frase de guion probablemente le vio el careto al expresidente del Gobierno en una imagen que ha provocado el hazmerreír generalizado en las redes. Quien se ha tropezado con ella, sin proponérselo, ha sido el cofundador de Podemos, diputado en el Parlamento Europeo y responsable de la secretaría de Europa de la ejecutiva nacional del partido, Miguel Urbán Crespo.

miguel urban

@miguel_urban_crespo

Urbán se encontraba en el aeropuerto de la capital belga y aprovechó para hacerse un selfie con una colega eurodiputada, María Eugenia Rodríguez Palop, cuando, oh! ¡sorpresa!, al ver cómo habían quedado comprobó que en la foto había un invitado inesperado. Una especie de aparición de las cuevas de Altamira, una persona con una cara de vinagre que rompía la felicidad que desprendían sus protagonistas en primer término. Una cara inquietante, descrita por el mismo Urbán como "ves de fondo unos ojos que se te clavan y..."

aznar brusselles cara enfadado

José María Aznar, como si estuviera de resaca o el simple hecho de pisar tierra belga le pusiera de mal humor. Si había la niña de Rajoy, él era el niño de la curva. La red se ha abonado masivamente:

Tendríamos que preguntarle a Urbán si al llegar a casa y mirarse en el espejo del baño, repitió tres veces su nombre en voz alta, "José Mª Aznar! ¡José Mª Aznar! ¡José Mª Aznar!..." y saber qué pasó después... Sufrimos por él.