Kim Kardashian siempre ha sabido cómo convertir controversia en éxito, y esta vez ha vuelto a demostrarlo. Su nueva colección de ropa interior, con tangas de estética poco convencional que presumen de “naturalidad” gracias a una polémica decisión estética: conservar vello púbico, ha incendiado las redes, agotado existencias y, según los datos más recientes, le ha reportado una cifra mareante: 5.000 millones de euros en ventas. Una suma que, de confirmarse, la situaría en un nuevo nivel: más allá de la fama, un imperio comercial basado en el cuerpo, la provocación y la moda.

La colección, pensada para romper moldes, nació con un objetivo claro: desafiar los cánones tradicionales de la “lencería sexy”. En un mundo acostumbrado a lo depilado y pulido, Kim apostó por lo distinto, por lo natural, aunque eso significara abrir debates. Lo que muchos esperaban que fuese una excentricidad de marketing se convirtió en el nuevo grito de guerra de sus seguidoras y seguidores, dispuestos a vestir (o presumir) algo que hasta ahora pocos osaban. Y el mercado respondió con entusiasmo.
Lo relevante no es solo la polémica, sino la reacción. Porque cuando las primeras piezas salieron a la venta, el click compulsivo y entusiasta no se hizo esperar. Las tiendas online colapsaron, las listas de espera crecieron, y lo que se había proyectado como un experimento audaz terminó siendo un evento de moda con ecos globales. En pocos días, todo estaba vendido.
Kim Kardashian arrasa con la nueva colección de ropa interior
Para Kim, hay algo más que una declaración estética: esto es otra pieza en su estrategia de construir un imperio personal. Moda, redes, marketing, se mezclan con un mensaje claro: la sensualidad también puede (y debe) ser auténtica. Y tiene un precio: el éxito comercial. Esa combinación de imagen pública polémica, más visión mediática, más producto polémico le ha dado dividendos millonarios.
Pero esta victoria no está libre de críticas. Hay quienes ven en esta moda un simple ejercicio de provocación comercial, un recurso más de marketing dirigido a generar publicidad barata. Otros alertan del riesgo de normalizar tendencias estéticas que igualan “natural” con “atractivo”, bajo una lógica de consumo que siempre busca más. Que lo natural se venda puede abrir debates sobre cuerpo, autoimagen y estereotipos mucho más complejos de lo que parece.
Aun así, lo concreto es incuestionable: Kim Kardashian ha transformado una polémica estética en un éxito absoluto de ventas. El dato, 5.000 millones de euros, es brutal en cualquier industria, pero en la de la moda íntima es propio de un fenómeno cultural.
Y detrás de todo esto late una pregunta: ¿moda, revolución estética… o simplemente otra jugada maestra de marketing? Sea lo que sea, la jugada ha funcionado. El cuerpo se viste de tangas, el mercado ruge, y Kim sigue marcando el paso.
