El festival de Eurovisión sigue el camino para ir desgranando cuáles serán los finalistas para la gala del próximo sábado. Este martes se celebró la primera semifinal de donde salieron vencedores países como Grecia, Bielorrusia, Serbia, Chipre, República Checa, Australia, Islandia, San Marino y Eslovenia. Estas dos últimas fueron las grandes sorpresas de la noche, ya que en ningún momento partían como favoritas.

Entre las apuestas finalistas, destacó por, sobre todo, la exuberancia y magia que gastó a Kate Miller-Heidke, la representante australiana. Una puesta en escena nunca vista al concurso y con un tema que tiene todos los ingredientes para triunfar en Eurovisión. De hecho, después de su actuación ya se ha perfilado en tercer lugar en el ranking de las apuestas de pago de la gran final.

Por el contrario, otros participantes como el de San Marino o Eslovenia, fueron la sorpresa de la noche. Estas no partían en ningún momento como favoritas a pasar a la final pero gracias a su actuación, cautivaron a los teleespectadores europeos.

En esta primera gala del martes, descubrimos cómo sería la producción general del formato de este año. A pesar de que el recinto del Tel Aviv Expo tiene unas dimensiones muy reducidas, de lo contrario, consigue una vistosidad y magia muy espectacular que lo hacen, televisivamente parlante, una de las ediciones mejor trabajadas de la historia.

Ahora bien, a la lista de los 10 finalistas del martes, se añadirán 10 más esta noche a través de la segunda semifinal. Un nuevo escaparate de apuestas más comerciales y más competitivas que la harán decisiva para confeccionar una gran final con todos los ingredientes que se merecen.

Países Bajos, Rusia o Suecia, parten como candidatas que fácilmente conseguirán un sitio a la final del sábado. El primero, Duncan Laurence lo hace con una balada totalmente minimalista, potente y con una interpretación impecable. De hecho, al ranking de apuestas, sigue siendo la favorita para alzarse con el micrófono de cristal el próximo sábado.

Rusia vuelve a confiar con un maestro de ceremonias como Sergey Lazarev, en que ya participó en el festival del 2016 quedando en segunda posición. Esta vez lo hace con un cambio radical de estilo: balada con aires épicos con un listón vocal muy alto y una interpretación esmerada.

Por otro lado, Suecia continúa con la misma tónica de excelencia musical en Eurovisión. En este caso con una de las voces más cotizadas del país, John Lundvik, que lo hará con medio-tiempo acompañado de un coro de góspel.

El ruido artístico también es un ingrediente esencial a Eurovisión, y en esta ocasión tampoco podrán faltar elementos como sillas gigantes, alas voladoras o espejos mágicos, entre otros.

La semifinal también contará con la intervención especial del grupo musical Shalva, formación de personas con necesitados especiales y discapacitados que se clasificó para la final del programa The Next Star, formado que utilizó la televisión del país para escoger su representante en el festival. Finalmente, la banda, decidió retirarse de la competición, ya que algunos de sus miembros son judíos religiosos que observan el Sabbath y este hecho provocaba que no podían ensayar el viernes previo a la final del sábado.

Como premio de consolación, la organización decidió que actuarían en esta gala, sin derecho a concurso. Para la ocasión, y aprovechando el leitmotiv de la banda, lo harán con un tema de la amortizada banda sonora de The Greatest Showman.

Además de los 20 finalistas de las dos semifinales tenemos que añadir las actuaciones del BIG5, lo que es conocido como el conjunto de países que más aportan a la UER (Unión Europea de Radiodifusión), organizadora del certamen. Asimismo, el Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y España tienen el camino directo al show del próximo sábado sin pasar ningún tipo de filtro. Entre ellas también se tiene que añadir la propuesta del país organizador, en esta ocasión Israel, para poder tener completa toda la parrilla de participantes.