A lo largo de la historia, Barcelona se ha ido transformando y modernizando a través de grandes acontecimientos puntuales. La ciudad, que decidirá en las urnas el próximo 26 de mayo quién la gobernará los próximos años, podría acoger Eurovisión o alguno de los concursos menores de la marca. Justo cuando la carrera electoral acaba de empezar, Junts per Catalunya, Izquierda y PSC defienden en El Nacional la celebración del festival en la capital catalana antes de 2023, Barcelona és Capital se lo mira con cierto recelo y la CUP lo rechaza directamente. Barcelona en Comú, el Partido Popular y Ciudadanos no han querido mojarse en esta cuestión que ya se contempla introducir a la estrategia municipal de los siguientes cuatro años, una iniciativa que costaría al Ayuntamiento y la televisión pública del país entre 13 y 45 millones de euros, pero que generaría un beneficio de hasta 100 millones.

Organizar Eurovisión es una oportunidad única, no sólo para conseguir ingresos si la inversión es lo bastante ajustada, también para ser reconocidos en el mundo. Es el caso de Lisboa el año pasado, que quiso dar una lección de austeridad gastando 20 millones de euros en el certamen y recuperó 80. Sin embargo, no todas las ediciones han sido tan positivas: Ucrania se quedó sin radiotelevisión pública en el 2017 porque la competición se zampó todo el presupuesto de la corporación; el consistorio de Copenhague tuvo que pedir un préstamo para pagar el espectáculo de 2014; y Azerbaiyán vulneró los derechos humanos en el 2012 desalojando ilegalmente miles de familias para levantar el recinto eurovisivo de aquel año. Así es que la fase de preproducción es crucial para el desarrollo del festival y hacer una definición equivocada puede provocar que el certamen pase de ser un negocio a un problema.

"Trabajaremos para ser la sede de Eurovisión"

"Si gobernamos en el Ayuntamiento, trabajaremos para que Barcelona sea la sede de Eurovisión y atenderemos las peticiones que puedan surgir desde la Unión Europea de Radiodifusión y de sus asociados, sea Televisión Española o bien Televisión de Catalunya cuando se integre en la organización", asegura a El Nacional Junts per Catalunya en Barcelona. La formación liderada por el tándem Forn-Artadi, que pretende recuperar la alcaldía y tumbar a Colau, añade: "La época de los grandes acontecimientos puntuales puso Barcelona en el mapa del mundo, pero esta etapa ha quedado atrás y, ahora, la ciudad condal necesita evolucionar cada día, no sólo cada 30 años, con una estrategia que la vuelva a hacer vibrante y la mantenga en el circuito de las metrópolis que son un referente internacional proyectando cultura, progreso y bienestar a través de celebraciones de ámbito y resonancia mundial como lo son los concursos de Eurovisión".

En la misma línea, Esquerra, que aspira a revalidar sus resultados históricos de las generales en las municipales, destaca: "Eurovisión es, en buena medida, un espectáculo televisivo asociado a los valores de libertad y diversidad sexual y de género y, por tercer año consecutivo, celebramos que un cantante catalán represente en el Estado español en el festival, en este caso, con una canción compuesta por un grupo de éxito de nuestro país como La Pegatina". Además, la candidatura de Maragall, de momento, ganadora en la mayoría de los sondeos, suscribe: "Acontecimientos como Eurovisión tienen un evidente impacto positivo para las ciudades que deciden organizarlo, especialmente, en el sector de la restauración, el comercio, el alojamiento o el transporte público y, en concreto, si Catalunya participara y ganara, Barcelona como capital de la República podría acoger el certamen sin ningún tipo de duda".

Con respecto al PSC, quien gobernó Barcelona desde 1979 hasta el 2011 ha roto su silencio sobre Eurovisión. "Se trata de un espacio de gran repercusión mediática y resulta una magnífica oportunidad para la ciudad organizadora de mostrarse en el mundo", dice el alcaldable Collboni, que confirma: "Si España gana el festival o tiene la ocasión de organizar alguno de los concursos menores de la marca, Barcelona está preparada para ser la sede, y a buen seguro que acabará viniendo porque es imposible encontrar una ciudad más acogedora y capacitada que la nuestra". En cualquier caso, el cabeza de lista socialista, condiciona la acogida de este acontecimiento: "La promoción de la ciudad se tiene que hacer con colaboración público-privada y con proyección metropolitana para atraer un turismo de calidad y respetuoso con el espacio público y la convivencia".

Críticas desde Barcelona es Capital y la CUP

Barcelona és Capital, la lista independentista surgida íntegramente de unas primarias donde participaron más de 10.000 personas, rechaza Eurovisión en términos económicos y turísticos: "La ciudad está lo bastante amortizada de este tipo de acontecimientos que, tal como llegan, van dejarse nada". Además, la formación encabezada por Jordi Graupera vaticina: "Si España gana el festival, Televisión Española haría del certamen un proyecto uniformizador donde Barcelona se conceptualizaría como una capital de provincia, el Estado mostraría su cara más amable sin tener en cuenta la idiosincrasia catalana y no tendría ningún impacto sobre el modelo productivo". Sin embargo, los independentistas desacomplejados avanzan: "Sin despreciar la cultura pop, consideraríamos los concursos menores de Eurovisión porque pueden tener una consecuencia más allá que los hoteles estén llenos".

A su vez, la CUP-Capgirem Barcelona es tajante: "Eurovisión fomenta un tipo de cultura que responde a los intereses de la industria comercial, de la lógica de mercados, haciendo de esta un producto, y no es más que una campaña de marketing de alcance internacional para vender estilos de vida o maneras de vestir que sólo fomentan el consumismo". La izquierda asamblearia, que este año puede sentirse representada en el festival por la propuesta de Islandia con el grupo Hatari –una canción con un mensaje manifiestamente anticapitalista y a favor de Palestina que ha llegado a orejas del reelegido primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, asegura: "El hecho de que Eurovisión se celebre en Israel, que es un Estado colonialista, racista y genocida, describe todavía mejor qué es el certamen y, en cualquier caso, Barcelona tendría que boicotear la edición de este año".