Tal vez algunos recuerdan a Isabel Pisano como la amante de Yasir Arafat, pero ella es mucho más. Escritora de éxito, reportera de guerra, viuda del gran compositor Waldo de los Ríos, luchadora por los derechos de la mujer, actriz a las órdenes de Fellini y Bigas Luna, entre otras facetas. Actualmente, a sus 78 años de edad acaba sus días encerrada en una clínica de la localidad madrileña de Majadahonda, víctima del Alzheimer.
Esta enfermedad ha borrado de su cabeza todos sus recuerdos, como los conflictos armados en Somalia, Irak, Palestina, Bosnia o el Líbano. Tal vez tampoco recuerde ya a los dos amores de su vida, Yasir Arafat y Waldo de los Ríos. Ahora lleva una vida tranquila con el resto de internos, pasea por el jardín cuando hace buen tiempo, realiza ejercicio y acude a sus sesiones de fisioterapia.
Isabel Pisano / EFE
Así pasa los días Isabel Pisano en una residencia
Solo recibe la visita de cuatro personas, una de ellas guarda el anonimato y cuenta a La Razón que “ahora, con el tema del coronavirus, las visitas están muy restringidas, pero en cuanto empiece el buen tiempo podremos regresar a la residencia. Y veré a Isabel en el jardín, porque no me atrevo a entrar en el interior por el tema de la pandemia… Su enfermedad hace que a ratos recupere la lucidez, y el resto del tiempo la pierda completamente y no recuerde su pasado. Pero su Alzheimer va lento, no avanza demasiado deprisa. Aparte de visitarla, hablamos a veces por teléfono, en ocasiones se acuerda de quién soy y otras no”.
Yasir Arafat EFE
Isabel, añade la misma fuente, “ha asumido que vive allí, ha olvidado la casa que tenía en la calle Miguel Ángel de Madrid… Todos sus bienes se los quedó la Comunidad de Madrid, porque se hizo cargo de ella cuando empezó a sufrir la enfermedad y paga la residencia, que es muy cara. La reportera estaba sola, tenía problemas mentales, se sentía bastante desvalida, y lo más conveniente fue ingresarla para que cuidaran de ella lo mejor posible. En aquellos momentos no conocíamos los inicios de su deterioro cognitivo. Antes de llevarla a la residencia, pusieron a su disposición una persona que le limpiaba la casa, y entre cuatro amigos le hacíamos la compra y le ayudábamos en todo lo posible”. Pero llegó un momento “en el que necesitaba cuidados profesionales y la ingresaron. La incapacitó la Comunidad de Madrid, se hizo cargo de sus bienes y al poco tiempo la llevaron al centro en el que todavía continúa. Al margen de su enfermedad, de salud está bien…”.
Esta fuente cercana afirma que «a veces le viene a la memoria quién fue Arafat, y me cuenta que le hacía regalos y le quería mucho. Pero otros días ni le suena el nombre. En su habitación tiene fotografías de Waldo y le califica como «mi amor». Sigue siendo una mujer tierna y sensible, pero con mucho carácter. Su vida es tranquila, se levanta pronto, hace sus ejercicios, se relaciona con otros internos, asiste a talleres, pinta, ve películas, se integra en las fiestas… Está muy bien atendida. La pena es que ya no puede escribir libros porque se dispersa demasiado. Con lo que ha sido, las anécdotas tan interesantes que contaba, sus vivencias tan extremas… Una mujer extraordinaria, con una biografía prodigiosa.