Cuando los consumidores colocan un pollo en su carrito del supermercado, rara vez imaginan el recorrido que ese producto ha tenido antes de llegar a la estantería. Sin embargo, detrás de cada bandeja hay una historia de precisión, compromiso y sensibilidad. En el episodio #34 del pódcast ‘Rutas de Éxito’, David, un transportista de 29 años, se sentó frente al micrófono para desvelar cómo es realmente el trabajo de quienes trasladan animales vivos por las carreteras españolas.

Tienes que vigilar que los animales viajen tranquilos, advierte David con la serenidad de quien conoce su oficio a fondo. Su jornada no solo consiste en conducir, sino en garantizar que cada pollito, recién nacido, llegue a su destino en perfectas condiciones. Un error, un descuido o un mal cálculo pueden poner en riesgo toda una carga viva que depende de la temperatura, la ventilación y la calma del trayecto.

David, transportista, en el podcast Rutas de éxito
David, transportista, en el podcast Rutas de éxito

El transporte más delicado: pollitos recién nacidos y huevos para incubar

David trabaja con semirremolques especializados, vehículos diseñados para mantener condiciones ambientales precisas y seguras. Tres días a la semana se dedica a repartir pollitos vivos, y los otros dos los invierte en recoger huevos destinados a incubadoras.  El proceso, aunque suene rutinario, está lleno de retos. Los pollitos que transporta pesan apenas entre 39 y 44 gramos, y acaban de nacer. David considera que esta es la carga más delicada, mucho más exigente que, por ejemplo, mover cerdos, pues la fragilidad extrema de los pollitos exige una vigilancia constante ante vibraciones y cambios térmicos. Su ética profesional es clara: No puede haber prisa, un compromiso poco común que prioriza el bienestar animal sobre la velocidad de entrega.

El joven conductor detalla que sus rutas no suelen superar los 350 kilómetros diarios, aunque los obstáculos no están en la distancia, sino en los accesos. Los camiones, al ser tan grandes, deben maniobrar por caminos estrechos y granjas apartadas, donde cada curva se convierte en un desafío técnico. “Por eso mi remolque tiene el eje direccional: sin él, no podría girar en muchos de esos lugares”, señala orgulloso.

El valor de la precisión y la confianza en un trabajo invisible

Más allá del transporte, David destaca el papel fundamental de los talleres especializados, en especial el de Renault Sabadell, al que acude siempre que su vehículo requiere mantenimiento. “Saben lo que hago, y si me sale un aviso en el cuadro, me dicen: ‘Tráelo ya, te hacemos un hueco’. No puedo permitirme estar parado ni un día”, relata con gratitud.

David, transportista
David, transportista

Ahora bien, a pesar de las largas horas y la presión constante, el transportista confiesa sentirse satisfecho con su trabajo. Se siente orgulloso de su contribución a la cadena alimentaria, asegurando que el proceso se realice de una manera responsable y segura, algo que la mayoría de los consumidores desconoce. El testimonio de David en el pódcast ‘Rutas de Éxito’ no solo retrata la historia de un conductor, sino la de todo un sector que rara vez recibe reconocimiento. Transportar seres vivos implica empatía, control emocional y una logística impecable, tres pilares que, según David, marcan la diferencia entre un simple conductor y un verdadero profesional.