El martes, Cristóbal Soria criticaba en directo al director y presentador de El Chiringuito, Josep Pedrerol, cuando después de la excelsa exhibición de Leo Messi en las semifinales de Champions contra el Liverpool, el programa optaba por darle voz a los tertulianos hiperventilados seguidores del Madrid. La bancada de la izquierda para los espectadores, que sin que les cayera la cara de vergüenza despreciaban el gol estratosférico de falta (el 3 en 0) diciendo que el argentino había hecho falta previa y que el gol no habría tenido que subir al marcador.

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"¡¡Pedrerol, esto parece 'El Chiringuito' de Liverpool!! ¿¿Cómo se puede venir aquí y empezar a hablar de puñetazos de Messi y no de por dónde ha entrado ese gol?? ¡¡Que se te va de las manos el programa, Pedrerol!!", le lanza irado el popular autor de ¿Dónde está CR7?. Pero ya hace mucho que la conversación televisiva deportiva de la medianoche parece más un chiste que una tertulia juiciosa. Los intentos nada disimulados del programa de hacer polémica de cualquier cosa a menudo caen en el ridículo. Pero lo que se ha vivido este jueves queda fuera de toda lógica.

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Sergi Ríos hace unos meses que está en la nómina de El Chiringuito. Es el coach motivacional. Con todo el peligro que supone poner en una misma frase las palabras "coach" y "El Chiringuito". Después de aparecer por casualidad dando consejos sobre cómo afrontar los éxitos y los fracasos, Pedrerol vio en él la suficiente fuerza televisiva para entrar a formar parte de la troupe habitual de personajes inclasificables que a menudo provocan vergüenza ajena a la audiencia. Y este jueves analizó el último despropósito de Neymar, cuando se enfrentó con un aficionado después de perder un título con el PSG:

"Te fuiste para brillar, estabas a la sombra de una estrella de verdad, y ahora solo encuentras oscuridad. No brillas en el ahora, no encuentras luz. Cuando te provocan y te ponen un espejo diciéndote que no brillas, reaccionas de esta manera". Vaya, como si Paulo Coelho hubiera tenido una sobredosis de galetitas chinas de la suerte. Pero lo peor todavía tenía que llegar. Porque el coach, espoleado por lo que sea que flote en el ambiente del plató de El Chiringuito, empieza a cantar el tema México de Julio Iglesias, en uno de los momentos más surrealistas —y ya es decir— de la historia del programa. Por cierto, el final de su intervención, con los colaboradores del programa repitiendo la palabra "sosiego", es la guinda psicotrópica del pastel:

Este viernes se ve que ha habido muchos espectadores que después de ver el programa no han sido capaces de ir a trabajar. Imposible recuperarse del pasmo: