Begoña Gómez está siendo lo contrario que se decía que sería. Los enemigos de Pedro Sánchez dibujaban a su mujer como a ambiciosa, pedante y con afán de protagonismo y se pueden contar con los dedos de una mano sus apariciones públicas, la última con los reyes en Marivent. Está disfrutando de su primer TT por su nuevo trabajo en una fundación que recibe financiación privada y pública. El PP ha hecho lo de siempre pero las redes se han encabronado y uno de los pocos defensores públicos de la validez de Gómez ha sido un oponente político y, para más INRI, independentista:

Rufián tiene unos principios claros y si una mujer tiene currículum para acceder a un cargo entiende que las críticas son interesadas: o peperas o machistas, como restos de comida en la mejilla que hay que sacudir. Y la red duda: zurramos a Begoña Gómez o hacemos lo de siempre. Y lo de siempre es insultar a Gabriel Rufián.

 

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Si todos los ataques a Rufián son por comer lo que quiere, él cuelga una foto en instagram compartiendo helado en Sabadell. Son los postres después de zamparse 500 haters al día.