Hay casas que son más que un refugio: son un mapa de la mente de quien las habita. La de Arturo Pérez-Reverte, una de las voces más sólidas y admiradas de la literatura española contemporánea, pertenece a esa categoría. Entre sus muros no solo se escribe, también se piensa, se lee, se recuerda. El autor de El capitán Alatriste o La tabla de Flandes vive rodeado de más de 32.000 libros, una cifra que explica mejor que cualquier biografía quién es realmente este hombre de palabras precisas y carácter rotundo.

Nacido en Cartagena, donde el Mediterráneo marca el ritmo de la infancia, Pérez-Reverte encontró en la Comunidad de Madrid su rincón de calma. Desde hace años reside en La Navata, una urbanización del municipio de Galapagar, a apenas media hora del centro de la capital. Allí, entre pinares y silencio, ha construido un espacio que refleja su pasión por la historia, por la aventura y por la soledad elegida.
Una casa que huele a papel y tiempo
Su vivienda es, ante todo, una biblioteca. Las paredes están cubiertas por estanterías infinitas, repletas de volúmenes que van desde los clásicos griegos hasta tratados de navegación o primeras ediciones de novelas del siglo XIX. Entre los libros, descansan maquetas, mapas antiguos y objetos curiosos que el escritor ha ido reuniendo durante años, recuerdos de sus viajes y de su pasado como corresponsal de guerra. Todo está colocado con un orden que solo entiende él, en ese caos sereno donde la literatura se mezcla con la vida.
La casa es luminosa y silenciosa, con amplios ventanales que miran hacia la naturaleza. No hay nada ostentoso, pero sí una sensación de autenticidad. Pérez-Reverte no necesita lujos: su lujo es el tiempo para leer.
Un refugio discreto en una zona privilegiada
Vivir en La Navata significa estar cerca de Madrid, pero lejos de su ruido. Es una zona residencial y exclusiva, conocida por su ambiente tranquilo y por sus grandes espacios verdes. Allí, el ritmo se desacelera y la discreción es ley. El precio medio de la vivienda ronda los 2.300 euros por metro cuadrado, aunque en esta área concreta las cifras pueden ser sensiblemente más altas.
Pérez-Reverte lleva una vida privada reservada, casi hermética. Estuvo casado con Blanca, con quien tuvo a su única hija, pero desde hace años prefiere mantener su intimidad al margen de los focos. Lo suyo es la observación, la escritura y el silencio.
Habla español, francés e italiano con fluidez, y se defiende en inglés, idioma que utiliza más para leer que para hablar. Porque para él, el mundo —como su casa— siempre se entiende mejor entre libros.
