Esperadísima entrevista de Ángela Dobrowolski en Cuatro, en el programa En el punto de mira, donde la mujer de Mainat se quitó las gafas oscuras, la peluca negra y desembuchó, tal como se esperaba.
Acusada de intentar asesinar a su marido mientras el productor televisivo dormía, la alemana no dejó indiferente en su versión de los hechos. Su puesta en escena ya estaba muy pensada, como si fuera una aparición estelar en uno de los programas que solía dirigir su marido. Y no sólo por como se sacó la peluca, sino también porque durante la entrevista lució una prenda de ropa muy especial, el foulard de color azul cielo que llevó Josep Mª Mainat el día que los dos se casaron. Una declaración de intenciones, acompañada de unas palabras que marean más la perdiz.
Aparte de destrozar a su marido ("Mi marido es controlador, vengativo, abusivo... yo hasta ahora no llego a asimilar que esta es la persona con la que me casé, no lo reconozco"), Dobrowolski no se mordió la lengua a la hora de recordar la noche del supuesto intento de asesinato.
Explica por qué las cámaras la vieron yendo tantas veces a la cocina y entrando en la habitación donde dormía su marido: "Esa noche, Mainat se enteró de que yo había sido infiel y de que todavía seguía con la infidelidad. Ya se había abierto la caja de Pandora y no se lo podía negar. Sobre lo de ir tanto a la nevera, quien me conoce sabe que yo, de noche, puedo ir más de 13 veces a la nevera si hace falta. Me cuesta mucho quedarme en casa y fui a buscar chocolate; algo dulce, no azúcar blanco en sí mismo". Niega rotundamente haber intentado matar a su marido y añade que cuando Mainat despertó del coma,"estaba desorientado y agresivo hacia mí. Me pegó. También acusó a los trabajadores del SEM de intentar asesinarlo". Cliquea en la foto para ver el vídeo:
No acaban aquí las graves acusaciones hacia su todavía marido, antes de romperse y brotar las lágrimas durante su testimonio: "En mi detención y en la investigacón ha habido muchos errores, y yo le llamó a esto 'favores'. Hay formas de hacer cosas llegando a los límites de la legalidad, haciendo las cosas de tal manera que siempre se podría disculpar o justificar. La palabra de mi marido fue suficiente para enviarme a mí al calabozo". Penúltimo capítulo de una trama que cada vez se pone más desagradable. Veremos cómo acaba todo.