Andreu Buenafuente no bromea con la siesta. Puede ironizar con casi todo, pero no con eso. En una conversación con Berto Romero en su programa Nadie sabe nada, el presentador catalán volvió a dejar claro que para él dormir después de comer es casi una religión civil. “Soy un defensor de la siesta. Es un momento sagrado, patrimonio de la humanidad”, afirmó entre risas, aunque con un fondo muy serio.
El tema surgió cuando Berto mencionó el “concepto de madrugar de la siesta”. Buenafuente, indignado, no tardó en reaccionar: “Inadmisible. No se madruga de la siesta. Si hay siesta, todo va después de la siesta”, insistía.
Andreu Buenafuente, máximo defensor de la siesta
Para Andreu, interrumpir una siesta es casi un sacrilegio. “Soy muy estricto. No hay evento, reunión o cita que justifique levantarse antes”, explicó. Solo una cosa podría alterar el descanso: una emergencia familiar seria. “Si es alguien muy cercano, lo entiendo. Pero si no... que esperen”, bromeó.

En su casa, asegura, esto se sabe bien. “Nadie me despierta. Si alguien lo intenta, sale volando el reloj de la mesita de noche”, dijo entre carcajadas. Y añadió: “No hay nada más grave que despertarme sin motivo”.
El cómico, con tono casi filosófico, definió la siesta como “el último paraíso”. Un instante de desconexión total, una pequeña pausa que, según él, debería ser reconocida por la UNESCO. “No podemos retroceder. Es como los derechos sociales. Ni un paso atrás”, reivindicó con ironía.
Berto, entre divertido y resignado, trató de introducir algo de lógica: “¿Y si alguien se muere durante tu siesta?”. La respuesta de Andreu fue inmediata: “Si te mueres a la hora de la siesta, yo no me entero. Y pensaré: es lo que él hubiera querido”.
El público, acostumbrado a su humor absurdo y brillante, estalló en risas. Pero entre chistes, Buenafuente dibujó una declaración de principios. Para él, la siesta no es pereza, es higiene mental, una forma de equilibrar el alma.

Para Buenafuente, la siesta es “sabiduría popular”
“Necesito mi música, mi silencio y no ponerme el pijama. No es dormir, es recargar el sistema”, confesó. En su rutina, ese rato es intocable. “Después de comer, todo se detiene. No hay prisa, no hay culpa”. Con su tono pausado, remató: “La siesta no es un capricho español. Es cultura, sabiduría popular. Es la pausa que el mundo necesita”.
Y mientras Berto seguía provocándole, Buenafuente cerró el tema con su particular elegancia: “Yo defiendo la siesta como se defiende la alegría. Porque sin ella, el día se queda cojo”.