Todos los concursantes de Operación Triunfo siguen el mismo patrón al salir de la academia: mudarse a Madrid y empezar a trabajar desde allí en su carrera en solitario mientras se reúnen con otros VIP de la ciudad, pero ella, no. La ganadora de la famosísima edición de 2017, Amaia Romero, fue de las únicas concursantes (con mucha fama asegurada y expectación) que fue por libre y quiso marcharse de Pamplona, para irse, ni más ni menos que, a Barcelona. La extrriunfita explicó en una entrevista en Que no surti d'aquí que, en aquel momento, escogió la capital catalana para continuar con sus estudios de conservatorio y también para cumplir un sueño que tenía desde jovencita un sueño que tenía desde jovencita y, actualmente, continúa enamoradísima de la ciudad, donde también ha vivido algunas historias de amor, amistades y ya se conoce todos los rincones, aunque su preferido es l'Ametller Origen y el plato preparado de los macarrones con chorizo. Ahora bien, este no es el único lugar que domina de Barcelona, porque, obviamente, una estrella como ella ha tenido que salir de fiesta en los clásicos de la ciudad como es la Sala Apolo. Lo que no nos imaginábamos era que había vivido la siguiente anécdota. Atentos.
Amaia nunca deja indiferente a nadie, y menos en sus entrevistas. Una de las más famosas fue durante su visita a La Revuelta, donde protagonizó aquella magnífica actuación con Tengo un pensamiento en un plano secuencia precioso que ha quedado en la historia del programa. Hace solo unas horas la vemos visitando otro programa, bastante diferente al de Broncano, pero con un humor igual o más divertido. Amaia es la última invitada del pódcast La Ruina, presentado por Ignasi Taltavull y Tomás Fuentes, ganador del Premio Ondas 2024 a Mejor Pódcast. Como bien decíamos, la de '¿pero qué rollo surfero? si yo soy de Pamplona?' ha asistido al programa para deleitarnos con su naturalidad y explicar su ruina, la anécdota más divertida, estábamos segurísimos de que no decepcionaría y así ha sido.
La historia comenzaba fuerte: "Yo fui un día a cenar con un amigo mío, mi mejor amigo, Frede. Y entonces nos empezamos a animar, '¿oye, por qué no salimos de fiesta?', le dije. Coctelería, no sé qué, pim, pum, coctelcitos, tal. '¿Oye, por qué no vamos a Apolo?' Y era como una fiesta de gais que no me acuerdo cómo se llamaba...". Tomás Fuentes lo acertaba a la primera: "El Choco Curros, ¿puede ser?". Efectivamente, Amaia se lo confirmaba y continuaba explicando:"Sí, creo que era un Choco Churros. Claro, yo pensé, a ver, si mi público son maricones y chicas, ¿sabes? Me van a conocer seguro, me van a dejar entrar 100%". Atención, porque como ya os podéis imaginar, el final ha sido desastroso: "Entonces yo fui a la puerta, yo ya estaba un poco ciega, le digo: 'Hola, ¿qué tal?', nunca suelo hacer esto, pero, tú eres maricón, ¿no? Yo soy Amaia", aquí todo eran risas, pero, repetimos, la cosa no fue demasiado bien.
Amaia continúa explicando y ahora llega el desenlace: "Entonces me dijo: 'no'. ¡Ay, qué vergüenza! 'Nunca hago esto, de verdad, lo siento muchísimo, pero es que nos hemos animado, queremos salir aquí de fiesta...' Entonces yo simplemente me hice muy pequeña, dije: 'lo siento muchísimo, me fui' o sea como que pasé de ir, completamente segura, en plan: 'yo soy Amaia, tal, tú eres maricón...' y me fui con el rabo entre las piernas diciéndole: 'perdóname, lo siento muchísimo de verdad, lo entiendo perfectamente'". La etiqueta de ser artista, ganadora de OT 2017 y, básicamente, ser perfecta, no era suficiente, lo mejor de todo es la última pulla que le dijo el chico de la puerta: "Me dice: 'bueno, si tan famosa eres, tendrás dinero para comprarte la entrada'. Y yo le dije: 'pues también es verdad'". Simplemente brutal.
Una anécdota que nos sigue demostrando que la artista tiene una espontaneidad y humildad inigualables, aun así, nos cuesta creer cómo puede ser que alguien no conozca a Amaia y su talento. Somos los fans número 1.
