La imagen que Alexia Rivas proyecta en televisión suele ser la de una mujer segura, dinámica y siempre preparada para el directo. Pero, lejos de los focos, la colaboradora ha tenido que enfrentar algo mucho más íntimo y doloroso como lo fue la aparición de zonas sin cabello provocadas por una alopecia areata que ella misma ha decidido mostrar sin filtros. Un gesto tan inesperado como valiente.

Un golpe emocional que llegó en el peor momento

Y es que Alexia no atraviesa precisamente una etapa sencilla. La pérdida reciente de su abuela la dejó emocionalmente muy frágil, y en medio de ese duelo llegó un susto que la descolocó por completo. Fue su madre quien, al acercarse a ella, descubrió la primera zona sin pelo. De este modo empezó un capítulo que la propia periodista jamás imaginó vivir al ver su reflejo y encontrar un vacío donde antes había absoluta normalidad.

Alexia Rivas : MEDIASET
Alexia Rivas : MEDIASET

La realidad es que aquel descubrimiento la impactó tanto que su reacción fue inmediata: salió corriendo hacia el baño, incapaz de asumir lo que estaba viendo. Ese pequeño círculo sin cabello se convertía, de repente, en la evidencia física de un estrés que llevaba meses acumulándose entre emociones, responsabilidades y una vida personal muy movida.

La presión, las ausencias y las heridas que no se ven

Y es que, según ha explicado, esta alopecia no surgió por un motivo estético, sino emocional. Las preocupaciones familiares, las relaciones que le habían generado angustia y el peso de tantos cambios le pasaron factura. El cuerpo habló donde las palabras no llegaban, y lo hizo de forma brusca, directa y dolorosa.

En redes sociales, la colaboradora quiso compartir una fotografía de la zona afectada. No por morbo, sino por necesidad de mostrar que, aunque se dedique a la televisión y esté expuesta continuamente, no es ajena a los golpes que deja la vida. Su sinceridad ha generado una ola de apoyo y reconocimiento entre quienes saben lo duro que es ver cómo el estrés se materializa en el propio cuerpo.

Así pues, el gesto de Alexia Rivas se convierte en algo más que una confesión: es un recordatorio de que incluso quienes parecen más fuertes tienen momentos de caída. Y aceptar esa fragilidad, mostrarla sin miedo y hablar de lo que duele, puede ser la manera más honesta de empezar a sanar.