Podríamos hablar de sorpresa, pero no nos engañemos: era la crónica de una muerte (laboral) anunciada. Albert Rivera ya no es el presidente ejecutivo del despacho de abogados Martínez-Echevarría, que lo contrató hace 2 años después del porrazo monumental en las urnas del exlíder de Ciudadanos. Hay dos formas de ver las cosas: una, que Rivera se ha ido buscando nuevos retos. La otra es que lo han echado  tras numerosos toques de atención, alarmados por su inutilidad en la firma. Da la impresión que hay un poco de todo: Alberto Carlos ha cogido la puerta antes de que se la enseñaran. Una maniobra evasiva para no pasar por la misma humillación que cuando estuvo a punto de hacer desaparecer a la formación naranja. Ahora bien, no se ha salvado de la bofetada pública

El despacho, que debe ser muy bueno en su campo pero tiene un ojo preocupante fichando a galácticos, ha desmenuzado la reputación de Rivera. Lo tildan de vago redomado: "El rendimiento era nulo. Su productividad estaba consiguiendo niveles preocupantes, muy por debajo de cualquier estándar razonable". Como epitafio no está nada mal, la verdad. Con él también se va su número 2, José Manuel Villegas, otro de los que abandonaron Cs en pleno naufragio. Espacio libre de naranjitos, vaya.

Albert Rivera despacho abogados EP

Albert Rivera sonreía mucho cuando fichó por el despacho de abogados / Europa Press

Eso de trabajar no es el fuerte de Rivera, más acostumbrado a la vida de celebrity política. Ni en el trabajo ni en su vida personal: recordamos aquella frase sobre su primera paternidad, cuando se jactaba de escaquearse de cambiar pañales. Cosas como estas son las que le recuerdan las redes, donde la noticia es el hazmerreír de la semana. Seguramente ha recuperado sensaciones de su etapa en el Congreso: la del ensañamiento del universo virtual, las mofas y el cachondeo.

¿Qué le queda ahora a Albert, laboralmente hablando? Pues poca cosa: su libro fue un absoluto fracaso de ventas y de crítica, y no creemos que las editoriales vuelvan a caer en la trampa de encargarle algún proyecto. Todavía mantiene, sin embargo, el cargo de director de un máster de liderazgo político. Sí, una broma de mal gusto, pero que con esta torta todavía resulta más aberrante. Tiene que apostar todo a su próxima aventura profesional (o lo que sea), de la que asegura nos informará pronto. Por si acaso, Rivera ahora luchará para que le paguen los dos años más de contrato en el despacho, ya que considera que han incumplido con su retribución por no hacer absolutamente nada. Holgazán y pesetero. A su lado Umtiti y Dembelé son los trabajadores del mes, del año, de la década.

Albert Rivera vendiendo libro Twitter

El cuento de Albert Rivera se está acabando / Twitter

Rivera era la regeneración de la política y blablabla. El cuento se ha acabado, enseñando su verdadera cara: más casta que la casta.