Después de un verano de picaflor, Albert Rivera vuelve a la estabilidad sentimental. La ruptura con Malú, madre de su hija Lucía, ya es historia antigua. Ha pasado varias páginas de golpe, y actualmente se puede considerar un hombre emparejado. La afortunada, o como le quieran llamar, es una influencer que responde al nombre de Carla Cotterli. Fueron fotografiados en actitud amorosa en Ibiza, unas imágenes que hacían de contrapunto a su historia con la actriz catalana Aysha Daraaui, la que le hacía el caimán en las aguas turquesas de las Pitiusas. Con Carla las evidencias eran menos subidas de tono: no era un calentón, eso era un morreio galante, ortodoxo, tradicional. Esta era la auténtica apuesta del exlíder de Ciudadanos, y por lo visto ha salido bien. Todavía duran. No es poca cosa.

A pesar de la discreción con la que están tratando su idilio, hay evidencias bastante claras para afirmar que la relación funciona. Dicen que todos los caminos conducen en Roma, aunque en su caso tendríamos que poner Marruecos, donde han pasado unos cuantos días. Y los han cazado. Las redes sociales de ambos lucen curiosas escapadas recientes al país africano, coincidiendo en el tiempo y en el espacio el uno con el otro. Sin embargo, no hay ninguna imagen de la parejita. O cuando menos una nítida, concluyente, inapelable. O sí. Hay una muy sospechosa. Hay que buscar mucho, parece aquel juego del 'Dónde está Wally'.

Una escena compartida de Carla contiene una silueta bastante familiar. Se distingue en la distancia; parece Albert Rivera. Quizás alguno nos llame atrevido, pero claro, el rastro que han dejado deja poco margen a la imaginación. Qué casualidad que hayan hecho un tour de "10 noches, 8 ciudades, 4 vuelos & +5.000 kms", hayan recorrido los mismos escenarios y, lástima, no hayan coincidido. Por ejemplo, por los desiertos "de Erg Chebbi y Erg Chegaga". Ay, el azar, el azar. Es tan grosera la adivinanza que parece imposible que esta pareja no quiera enviarnos un mensaje, tan burros no somos. Ya puede citar a su amigo y correligionario Marcos de Quinto, con quien montó en buggy por las dunas del Sahara, que no cuela. La compañía más grata y con la que disfrutó, presuntamente, de momentos íntimos, no fue la del vicepresidente de Coca Cola.

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Albert Rivera (o su doble) en Marruecos / Instagram

La sospecha de que Rivera está intentando administrar la información sobre su vida sentimental vuelve con fuerza. Recuerden que la periodista Isabel Rábago, poco sospechosa de enemiga de Rivera, puso sobre la mesa la duda de si Albert estaba compinchado con los paparazzi que los pillaron durante el inicio de su romance en Ibiza. Este movimiento, dando cuartelillo a la detestada prensa del corazón, hace pensar que o vuelve a querer jugar o que se ha confiado demasiado y ha salido regular la cosa. ¿Pero, cuál es el problema para presentarse oficialmente como pareja? ¿Para llenar de satisfacción a Carla, de la que se dijo que estaba ilusionadísima y hasta las trancas ("el verdadero amor") del catalán? ¿Qué lo para? Rivera sigue siendo insondable, qué pasará por aquella cabecita es un misterio. Lo que no lo es de ninguna manera es que está pillao para Carla. No hace falta que os escondáis, el papelón sobra. El amor es para sentirse orgulloso, no para taparlo.

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Albert Rivera con Carla Cotterli / Semana