Además de haber sido una de las figuras más importantes en el panorama político internacional, la reina Isabel II también se convirtió en el referente británico por excelencia debido a todo el simbolismo en la historia de su reinado. Sus coloridos trajes y tocados diseñados por Angela Kelly y Philip Somerville, respectivamente; sus joyas de perlas y hasta su icónico bolso negro de Launer se convirtieron en su sello personal durante sus setenta años en el trono. Asimismo, todo su estilismo era una representación de su compromiso con el Reino Unido, dado que todo (o casi todo) lo que usaba eran prendas de diseñadores locales. Sin embargo, un vino español pudo ganarse el corazón de la monarca, convirtiéndose en uno de los pocos productos de origen extranjero que se convirtieron en un imprescindible dentro del Palacio de Buckingham. Ahora, con su fallecimiento, la bodega espera que el rey Carlos III mantenga esta marca de vinos con el sello de proveedor real.  

Se trata de Harveys, el jerez más vendido del mundo y el único que cuenta con el Royal Warrant que lo certifica como proveedor oficial de la Casa Real Británica desde hace más de 100 años, puesto que fue concedido por la reina Victoria en 1985. Este vino pertenece a Bodegas Fundador y fue creado a finales del siglo XVIII en una casa de Bristol en el Reino Unido, debido a que William Perry comenzó a enviar vinos de Jerez, Oporto y Madeira a este puedo inglés. Años más tarde, Perry se asoció con John Harvey, quien se encargó del negocio con la ayuda de sus hermanos.  

Con el paso del tiempo, este vino logró ganar una gran popularidad entre los británicos, quienes lo conocían como ‘Leche de jerez’ o ‘Leche de Bristol’. Sin embargo, fue en 1860 cuando se creó una versión mucho más exquisita al ser elaborado con el jerez más antiguo. Este nuevo vino se empezó a comercializar con el nombre de ‘Bristol Cream’. Gracias al éxito obtenido, en 1871 Harvey decidió dedicarse exclusivamente a la elaboración de vinos de Jerez, refundando el negocio al dejar de lado la fabricación de otros tipos de vinos fortificados. Además, aprovechó el auge de la industria del vidrio en Bristol para utilizar unas botellas azules con cobalto que se convertirían en su sello más distintivo antes de convertirse en el vino jerezano más cotizado de la historia.

De Jerez a China

A finales del siglo XIX, la empresa cambió de nombre y pasó a llamarse ‘John Harvey & Sons’. En 1970, todas las instalaciones se trasladaron a Jerez y la familia Harvey dejó de manejar el negocio. Años más tarde fue adquirida por Ruiz Mateos, pero después de la expropiación de Rumasa terminó en manos del grupo japonés Suntory.

Aunque se desconocen todos los cambios gerenciales que ha tenido esta empresa en los últimos años, lo último que se supo es que el magnate chino Andrew Lim Tan se convirtió en su dueño al comprar en 2015 todas las acciones de Domecq, Terry y Harveys por 275 millones de euros.