Parece cosa de la prehistoria, pero lo cierto es que el servicio militar fue obligatorio en España hasta no hace muchos años. Y son muchos los que hoy en día recuerdan el tiempo que pasaron haciendo la mili. Algunos lo hacen con amargura, pues no les gustó en absoluto. Otros como Ferran Adrià hablan maravillas.
Lo ha hecho en una entrevista para LOC, donde asegura que hacer la mili fue crucial y trascendental para ser la persona que es hoy en día. “Fue como ir a la Universidad, de ahí sales licenciado” comenta el reconocido chef catalán. “Preparaba platos para 2.000 reclutas, pero también hacía banquetes para ministros de Defensa de todo el mundo. Aprendí a llevar una cocina y a cocinar para mucha gente”, cuenta Ferran en la entrevista.
Ferran Adrià, encantado con la mili
Unas opiniones que no es la primera vez que vierte sobre lo que era el servicio militar en el territorio peninsular. A él le tocó hacerlo en 1983 y su destino fue Cartagena, en la Marina, en Capitanía General de la antigua zona Marítima del Mediterráneo. Estaba a las órdenes del almirante Ángel Liberal Lucini, un marino que posteriormente fue Jefe del Estado Mayor de la Defensa. Y siempre ha tenido buenas palabras cuando le ha tocado recordar aquellos tiempos.

Para Ferran Adrià, hacer la mili fue lo que le proporcionó el grado de disciplina que tiene hoy en día. Y también donde adquirió muchas de las habilidades que hoy muestra en la cocina. Porque por aquel entonces, en los cuarteles se aprovechaban las habilidades de los reclutas para desarrollar distintos oficios. Y dadas las habilidades de Ferran con los fogones, fue destinado a la cocina, donde trabajó a destajo para complacer los paladares de sus compañeros y sus superiores. Estuvo en la cocina de la Capitanía General para elaborar la comida diaria del almirante y también los banquetes ‘de Estado’, que es como se llamaba a los encuentros más importantes, a los que acudían personalidades como el Rey o el ministro de Defensa, que entonces era Narcís Serra.
Hacer la mili fue crucial en la carrera de Ferran Adrià
“Ya en la mili me gustaba mucho la cocina. Había empezado por casualidad, como todo en mi vida, que es un cúmulo de casualidades, fregando platos en Ibiza un verano para sacar un dinerito. Después trabajé en restaurantes de Barcelona, pero llegó el servicio militar y mi vida cambió”, contaba Adrià en una entrevista para el diario ABC hace unos años. “La mili me hizo cocinero. Entré en la cocina de Capitanía, que era a lo máximo que podía aspirar tras superar un examen”, añadía.
“Era un trabajo muy serio e implicaba una enorme responsabilidad porque había que dar banquetes a los que asistían altas personalidades del Estado”, recordaba el chef, que reconocía haber estado “guisando para 3.000 personas, con huevos frescos, nada de huevina ni esas cosas, que nos salían estupendas, porque en aquel cuartel, digan lo que digan, se comía bien”.
“Si la cocina es disciplina y el Ejército también, no quiero ni contar lo que implicaban las dos cosas juntas. Y todo eso con veinte años. Allí aprendí muchísimo y si hoy soy cocinero es gracias a la mili”, reconocía Ferran Adrià, que aseguraba que “ahí fue donde sentí por primera vez sobre mis hombros el peso de la responsabilidad, lo que, después, me ayudaría a aceptar ser jefe de la cocina de El Bulli”.