La Familia Kennedy no son los únicos famosos en los que pesa una gran maldición. Según cuenta la leyenda, Rainiero I de Mónaco (1267-1314) se dedicó a abusar sexualmente de muchas mujeres durante su reinado, pero una de ellas le echó una maldición a él y a toda su descendencia. “Los Grimaldi nunca encontrarán el amor en el matrimonio”, una maldición que podría explicar la tristeza que suele rondar los matrimonios de los líderes del pueblo monegasco.

Actualmente, el matrimonio de Alberto II y la princesa Charlène es considerado como una fachada, Carolina de Mónaco fracasó en su matrimonio con Philippe Junot y Ernesto de Hannover, su primer y tercer marido, respectivamente, y su gran amor, Stéfano Casiraghi, falleció trágicamente en una carrera de lanchas deportivas. Por su parte, la princesa Estefanía tampoco ha tenido suerte en el amor. Y es que además de haber fracasado en sus dos matrimonios, el primero con Daniel Ducruet y el segundo con Adans Peres, la hermana menor del príncipe Alberto ha tenido que soportar muchos traumas en su vida, entre los que destacan la muerte de su madre y el reciente asesinato de uno de sus amantes.

El 13 de septiembre de 1982, Grace Kelly perdió el control del coche en el que viajaba con su hija Estefanía, perdiendo la vida al precipitarse por una ladera. Por fortuna, Estefanía sobrevivió, pero fue culpada durante muchos años de la muerte de su madre, algo que la marcaría de por vida. Además, hace tan solo unos días, Mario Oliver, quien fuera pareja de la princesa Estefanía en los años 80, fue encontrado sin vida en el interior de su mansión en República Dominicana. Las investigaciones apuntan a que el empresario fue atacado violentamente en medio de un robo, por lo que “fue encontrado con un claro traumatismo craneoencefálico y marcas de estrangulamiento y compresión en el cuello”, indicó la policía a los medios locales del país caribeño.

Estefanía de Mónaco y el empresario francés protagonizaron un tórrido romance a finales de la década de los 80, relación que terminó un año y seis meses después. En ese momento, todo lo que hacía ‘la princesa rebelde’ se convertía en noticia, dado que Estefanía era considerada como una de las royals más famosas en esa época. De hecho, las imágenes de Oliver y la princesa Estefanía en un yate en Mallorca inundaron todos los medios de comunicación, y fue en ese instante que se dio a conocer que la menor de los Grimaldi se había tatuado el nombre de su amante en uno de sus glúteos.

El esposo infiel de Estefanía de Mónaco

A principios de los 90, Estefanía se enamoró de su guardaespaldas, Daniel Ducruet, y se casaron en 1995, tras haber dado a luz a dos hijos fuera del matrimonio. Sin embargo, a los pocos meses de su idílica boda, la princesa se convertiría en la royal más humillada de toda Europa, dado que se publicaron algunas fotografías de su marido manteniendo relaciones sexuales con una bailarina exótica. Estefanía solicitó el divorcio en 1996, un año después de su boda.