Tokio es una ciudad vibrante, tecnológica, llena de neones y de movimiento. Sin embargo, tras esa fachada de modernidad se esconde una sociedad profundamente solitaria. Japón arrastra desde hace años un problema de aislamiento social, con jóvenes cada vez más replegados en sí mismos y con dificultades para establecer relaciones afectivas. Ante esta realidad, ha surgido un fenómeno tan curioso como controvertido: contratar a una chica de compañía que actúa como tu pareja durante todo un día.
El servicio no se parece a lo que muchos imaginarían. No se trata de prostitución ni de encuentros íntimos, sino de pura compañía. Los clientes pagan para sentirse como si tuviesen una novia real: pasear juntos por las calles de Tokio, ir de compras, cenar en un restaurante, jugar en una sala de recreativos o simplemente charlar. Todo depende de la fantasía que se quiera vivir. Eso sí, el trato incluye una condición muy clara: el cliente debe pagar todos los caprichos que la acompañante desee, desde un sushi de lujo hasta una tarde de karaoke.
Un servicio que está en auge y contratan infinidad de influencers para mostrar como es la vida de los japoneses
Muchos influencers han popularizado este servicio al mostrarlo en sus redes sociales. En vídeos que ya son virales, se les puede ver viviendo la experiencia con chicas que sonríen, ríen, eligen restaurantes caros y disfrutan de un día de ensueño a costa de un cliente que paga la factura. El precio final, como era de esperar, no es nada barato: un auténtico lujo al alcance de pocos, aunque cada vez más demandado.
Para los japoneses, poco dados a la extroversión, esta fórmula se ha convertido en una vía rápida para experimentar lo que sería una relación sin compromisos ni complicaciones. Una novia de alquiler que desaparece al final del día sin reproches ni exigencias emocionales. La soledad se combate con dinero, aunque sea solo durante unas horas.
Este fenómeno revela mucho sobre la sociedad japonesa actual: el miedo a la intimidad, la presión social y la necesidad de aparentar una vida perfecta en redes. Contratar compañía se ha vuelto una solución a la carta. El problema es que el cliente, tras pagar una fortuna, vuelve a casa solo. Y quizá, más vacío que antes.