Lo que iba a ser una celebración íntima y especial por su aniversario de boda acabó teniendo un giro inesperado. Tamara Falcó e Íñigo Onieva habían planeado una escapada romántica para desconectar, brindar por su segundo año como marido y mujer y, sobre todo, alejarse del ruido mediático. Pero el plan no salió del todo como esperaban.

El destino elegido fue la Provenza francesa, concretamente Marsella, un lugar tranquilo, con encanto y cero paparazzis. La idea era clara: pocos días, privacidad absoluta y cero publicaciones en redes. Nada de fotos en pareja ni frases empalagosas. Pero desde el principio, el viaje se torció. Una huelga en Francia retrasó su salida, y aunque lograron llegar a destino, no todo fue tan idílico como imaginaban.

 

Tras solo un par de días, la pareja hizo las maletas antes de tiempo y regresó a Madrid en un vuelo anticipado. Su llegada al aeropuerto no pasó desapercibida. Vestidos con looks relajados pero cuidados, y con un misterioso paquete bajo el brazo, ambos dejaron ver cierta complicidad… pero también ese aire de “mejor volvamos a casa”.

¿Problemas en el paraíso?

Aunque su escapada era privada, el revuelo que ha generado su regreso temprano ha levantado especulaciones. Y no es la primera vez. La historia de Tamara e Íñigo ha estado marcada por idas y venidas, titulares, rumores de crisis y reconciliaciones. A lo largo de este año, más de una vez se ha hablado de distanciamiento, aunque ambos han insistido en mostrarse unidos.

Este aniversario, a diferencia del primero, ha sido mucho más discreto. Nada de publicaciones con mensajes románticos ni declaraciones de amor eterno. Solo un viaje breve, silencioso y con final apresurado. Una forma de celebrar que, aunque sencilla, ha vuelto a alimentar las dudas sobre el momento real que vive la pareja.

Tamara Falcó i íñigo Onieva / Gtres
Tamara Falcó i íñigo Onieva / Gtres

Eso sí, si algo tienen Tamara e Íñigo es capacidad para mantener el equilibrio en medio del huracán. Vuelven a Madrid con una sonrisa diplomática, listos para retomar su rutina. Ella, centrada en proyectos personales y en tomarse un respiro del tratamiento de fertilidad. Él, dedicado a su negocio de restauración. Cada uno con su agenda, pero sin perder el hilo que los une.

Al final, su aniversario no ha sido de película… pero sí bastante real. Porque, a veces, ni las celebraciones planeadas con más cariño se salvan de los imprevistos. Y si algo han demostrado ya Tamara e Íñigo, es que saben reinventarse tras cada tropiezo, aunque sea en pleno sur de Francia.