Charlatán, majadero, vendedor de pócimas milagreras, socialista confeso, tremendista ecologista de vulgaridad intelectual, patán, fanático medioambientalista, demagogo, populista, catastrofista ridículo, pedante de supermercado, falso ídolo, héroe de los resentidos..... Todo eso, y mucho más, es lo que ha vomitado Salvador Sostres sobre el científico Stephen Hawking, uno de los más reconocidos de la historia, después de morir el pasado miércoles. Lo ha hecho en su artículo en el diario ABC, cosa que ya nos tendría que hacer tomar el texto como una provocación llena de la bilis habitual. Pero incluso sabiéndolo, esta vez ha traspasado las líneas rojas del mal gusto y la ofensa.

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No sólo va contracorriente ridiculizando los éxitos científicos de una mente privilegiada, sino que los argumentos que utiliza no tienen la más mínima explicación que el odio o la estupidez. Estupidez con la que él empieza su escrito: ""La profunda estupidez de nuestra era se concreta en las estupefacciones por la muerte del charlatán Hawking. Sus apariciones públicas las basó en majaderías tan poco científicas como los agujeros negros o negar a Dios. Sólo le faltaba leernos el horóscopo. Yo soy Géminis, Stephen, ¿cómo iré de amores mañana?". De amores no lo sé. De mamarrachadas, va sobrado.

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A pesar de esta imagen, a pesar de ser una persona bendecida por el Papa Francesc, Sostres ataca Hawking por su vertiente científica alejada de religiosidad: "Esta genuflexión de la muchedumbre ante la muerte de semejante vendedor de pócimas milagreras prueba la decadencia moral, espiritual y estética de nuestra era. Su palabrería atea, su pantomima del agujero negro, y su tremendismo ecologista demostraban su vulgaridad intelectual, su alma seca (su único y verdadero agujero negro) y que los hombres que por tal de no creer en Dios, creen y nos quieren hacer creer en cualquier cosa, acaban convertidos en unos deplorables patanes, por muy válidos que sean en su especialidad elegida". 

Sostres continúa con su furibundo e injustificable ataque a una eminencia: "Hawking no explicó el universo, ni su origen ni su destino. Su fanatismo medioambientalista le delataba como demagogo y populista, y su catastrofismo fue tan ridículo como todos los fines del mundo que nos llevan anunciando desde hace décadas, siendo evidente que en algo significativo les falló el cálculo, porque la verdad es que continuamos viviendo estupendamente".

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El summum del mal gusto llega cuando (el periodista?) relaciona el respeto conseguido por Hawking con su trabajo y sus investigaciones con su condición física, despreciando al científico y comparándolo... con una oca, sin que se le caiga la cara de vergüenza: "A su aberrante exaltación sin duda ha contribuido, y de forma decisiva, su condición física, por este incomprensible furor que causa la enfermedad, sobre todo la que deja marcas visibles, como si fueran una fuente de prestigio y legitimidad. Murió un socialista, murió un charlatán, murió otro héroe de los resentidos y como todos ellos murió sin haber entendido nada de lo sustancial, e impermeable como una oca a la Gracia. Claro que las ocas, por lo menos, nos dan foie; y este Hawking por no estar, no estaba ni bautizado".

La red ha explotado contra estas palabras y contra el diario que permite y publica cosas como estas:

Hawking dio luz a un mundo tan desconocido como el de los agujeros negros. Hoy son muchos los que enviarían los artículos de Sostres a alguno de esos agujeros.