Ronna, quien fuera la última pareja de Jesús Iglesias Puga, conocido cariñosamente como “Papuchi” y padre de Julio Iglesias, ha decidido hablar tras años de discreción. Desde Miami, donde reside desde hace tiempo, ha concedido su primera entrevista para recordar lo que describe como “el amor de mi vida”.
La historia comenzó en Madrid, en el Paseo de la Habana, en un día de verano. Ella era modelo, él un caballero 48 años mayor que la invitó a tomar un café. Según relata, en ese encuentro nació algo inmediato: “Fue amor a primera vista”. Más allá de la diferencia de edad, lo que la conquistó fue su personalidad: “Era una persona con un gran sentido del humor, muy inteligente, con valores, con familia. Eso es lo que me conquistó”.
Una relación sin dudas
El romance no estuvo exento de comentarios por la gran diferencia de edad, pero Ronna asegura que nunca fue un problema para ellos. “Nunca me he arrepentido de la diferencia de edad, porque quienes lo conocieron saben que era un hombre muy juvenil, muy astuto y muy rápido de mente”, explica. Para ella, esa energía hacía que los años apenas se notaran y que la relación fluyera de manera natural.
Durante once años disfrutaron de un noviazgo que describe como “un cuento de hadas”. Papuchi, dice, le enseñó mucho gracias a su experiencia, y juntos compartieron un objetivo claro desde el principio: formar una familia. “En nuestra relación sabíamos siempre que queríamos formar una familia. De eso no teníamos ninguna duda. Y así se hizo”, recuerda con calma.
Un amor que permanece
Pese a la muerte de Papuchi hace ya dos décadas, Ronna habla de su historia con serenidad y gratitud. No hay dolor en sus palabras, sino la certeza de haber vivido algo profundo y auténtico. “Me enseñó muchas cosas”, resume, explicando que su recuerdo sigue siendo una guía en su vida actual.
Su testimonio revela un amor que surgió sin planes y se mantuvo sólido, con una base de respeto y admiración. Al recordar su primer encuentro y todo lo que vino después, Ronna deja claro que aquella conexión sigue viva en su memoria. No es solo un relato romántico, sino la confirmación de que, a veces, las historias más duraderas nacen en un solo instante.