Después de cuatro meses de tratamiento, Dani Rovira empieza a sobreponerse a la enfermedad. El actor andaluz anunció en marzo que le habían diagnosticado un cáncer, y desde entonces ha compartido públicamente, en todo momento, su proceso con los médicos y el largo camino de la recuperación. Sin perder nunca la sonrisa y con el optimismo que lo caracteriza, el artista se ha enfrentado al linfoma de Hodgkin, y ahora empieza una nueva etapa en el hospital para vencer, de manera definitiva, al tumor. De todo esto ha hablado en Transmite la SER, el nuevo programa radiofónico que el barcelonés Juan Carlos Ortega presenta en la emisora del grupo PRISA.

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Dani Rovira fue diagnosticado de un cáncer en marzo | GTRES

"Me noté un bulto sospechoso encima de la clavícula izquierda", ha explicado Dani Rovira para que los oyentes entendieran cómo descubrió que tenía un tumor. El protagonista de Ocho apellidos vascos, la película española más taquillera de la historia, se puso en contacto con unos amigos médicos y les preguntó su opinión. La directriz fue clara: tenía que ir a un hospital para que lo evaluaran. Justo cuando Pedro Sánchez decretó el estado de alarma por la Covid-19, por cert. El diagnóstico de los especialistas fue el que el público ya conoce, cáncer. Pocos días después empezaba las sesiones de quimioterapia. "Llegaba al hospital a las nueve de la mañana, me sacaban sangre para ver cómo tenía las defensas. A partir de ahí, en el laboratorio me hacían los jarabes. Eran cuatro bolsas de quimio intercaladas con bolsas de suero y algún otro medicamento. En total, litro y medio que te meten en vena. Salíamos de allí a las tres y media de la tarde. Haces amistad con la gente, no te queda otra", ha relatado.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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La etapa inicial del tratamiento ha ido bien. Con ocho sesiones, el linfoma ha desaparecido de su cuerpo y el actor ha empezado ahora la fase de la radioterapia. Una versión del tratamiento más soportable, afirma: "Esta es la buena porque me puedo mover un poco. No sabes lo que es la radioterapia. Te anclan a una cama, te hacen un molde que en mi caso se ajusta del pecho hacia arriba, incluida la cara, y está súperajustado. Es muy ajustado a tu figura, casi no puedes ni engordar ni adelgazar. Cuando te dan la radio estás en una cama metálica. Te anclan con ese molde para que la radiación vaya exactamente a donde tiene que ir. Son 10 minutos que no puedo ni tragar".

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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A pesar del shock inicial cuando conoció el diagnóstico, y la dureza de los últimos meses siguiendo el tratamiento, Rovira afronta el último tramo de la radioterapia con optimismo. Agradecimiento a los sanitarios que lo han acompañado durante todo este tiempo y confesión sobre su nuevo modo de vida: "He hecho un cordón sanitario a nivel de televisión y redes sociales, para que todo lo que me llegara fuera bonito. Solo me apetecía ver comedias, a mí que me gustan mucho las películas de terror". Mucho de cine para pasar el rato y nada de tomar el sol este verano. "Hago vida un poco vampírica", bromea. Orden expresa de los oncólogos, para evitar posibles efectos secundarios de la radioterapia.