La guía Michelin sigue sin modernizarse y lo que es peor, sigue sin condecorar nuestra gastronomía de acuerdo con lo que los muchos críticos de cocina creemos. Ambos factores han terminado por desanimar a nuestro colectivo de cocineros y restauradores que, olvidando exigencias, manías y requisitos Michelinianos pasan a centrarse en dar bien de comer con un modelo económicamente sostenible-rentable.

Es el caso del Suculent, con una cocina, unos platos, una interpretación que, puestos en otro lugar, con otra mesa, servicio y carta de vinos, podrían optar a una estrella de las francesas. Podrían…porque muchos son los locales que siguen sin tener la distinción que merecen. Bueno, nosotros a lo nuestro. En el Suculent se comen platos de escándalo, capaces de sorprender y satisfacer al más exigente, refinado y viajado de los paladares.

Con el valioso apoyo del gran Carles Abellán, que es socio, Antonio Romero hace una cocina libre de ataduras, con interpretaciones propias, gustos potentes y presentaciones originales y refinadas. Después de varios años, la propuesta es madura, y combina platos que funcionan como un reloj suizo, con otros nuevos, que les van a la zaga. Lo hace sin ataduras, sin complejos y sin mantel, sin una gran carta de vinos y sin un local silencioso con sillas cómodas y separación entre mesas. Simplemente lo hace. Por eso decimos que el Suculent tiene motor Michelin – sí, después de la crítica a los franceses, ahora los utilizamos como referencia…disculpa la incongruencia, es para que nos entendamos más fácilmente-.

Un local situado en el Raval, que desde fuera e incluso una vez se entra, parece pequeño, 30-40 comensales, pero que en una sala situada en un piso superior, casi en plan clandestino, dobla su capacidad para llegar a los 80. Servicio motivado, joven y desenfadadamente profesional, combinación de mesas altas y bajas, todas de madera en estilo rústico, también sitios en la barra…todo medida y acertadamente informal.

Se acerca la Navidad y hay que ir entrenando el estómago, así que para eso y para hacer los honores a tan potente cocina, tomamos 21 platos, correspondientes al menú largo que ofrece la carta. De todas formas el Suculent es un restaurante en el que te lo montas a tu gusto, no necesariamente hay que tomar el menú. Os destacamos los más impresionantes platos que engullimos.

De pañolada, unas “Croquetas de bogavante, sepia y gamba”, donde dentro no encontrarás masa de croqueta si no un plato, exquisito, de estos tres elementos. El ceviche está de moda, el de “Gamba roja” del Suculent, es un ejemplo de equilibrio, belleza y sutilidad. ¡Olé! Precioso “Coral de bogavante con caldo tai”, con el que tocamos el cielo. ¡Qué despliegue de sabor y sensibilidad!

Croquetas de bogavante, sepia y gamba

Ceviche gamba roja

Coral de bogavante con caldo tai

Un clásico de la casa, la “Sardina ahumada con ajoblanco”, que nos pareció tan bonita como siempre…pero algo más buena incluso. No apto para algunos, pero absolutamente exquisita “Cresta de gallo”. Otro clásico, “Stick tar tar sobre tuétano”, una perversión completada por unas patatas soufle encimando el plato. Dejamos para el final, el plato de la noche. Un contundente en sabor, refinado en presentación “Allipebre de anguila”. Pruébalo, nos jugamos nuestra reputación a que te parece brutal. Los postres, exquisitos, aunque no tanto como el menú.

Sardina ahumada con ajoblanco

Allipebre de anguila

Cresta de gallo

Platillos preciosos. Sensibilidad infinita. Sabores perfectos. Texturas curiosas. Del mar y montaña, al cielo y tierra. Tres enormes estrellas Miguelin para esta cocina que no tiene desperdicio. ¡Ve a ver de lo que son capaces estos del Suculent, se salen!

Puntuación
Comida   Vinos
83   67
Servicio   Local
71   68
Precio   Estrellas Miguelín
55€  
Por persona: 3-4 entrantes (a compartir), 1-2 principales (a compartir), 1 copa de vino  

¿Dónde está el Suculent?

Dirección: Rambla del Raval, 43, 08001 Barcelona

Teléfono: 934 43 65 79

Horario: miércoles a domingo, de 13,00 a 16,00 y de 20,00 a 23,30