Futuro e inteligencia artificial van cogidos de la mano. Las grandes compañías tecnológicas son conscientes de ello y ya apuestan por las máquinas que piensan por sí solas. La última gran marca en subirse al tren del progreso ha sido Intel con la compra de Nervana Systems por 350 millones de euros, una empresa dedicada a hacer que las máquinas desarrollen autoaprendizaje. Apple, Google o Microsoft están haciendo lo propio en un mercado que ya existe en ciertos sectores laborales y que amenaza con haber destruido más de 7,1 millones de puestos de trabajo para el año 2020, según el último informe del Foro Mundial Económico. 

Fuente: I. Glory/Alamy

Por ahora, una IA puede llegar a sustituir a un trabajador humano a la hora de realizar ciertas tareas, lo que no implica arrebatar puestos de trabajo enteros, tal y como aseguró a Efe el profesor de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Josep Lladós. Según Lladós, estas máquinas pensantes “evitan al trabajador realizar las tareas rutinarias” y eso asegura un mayor tiempo para desarrollar la creatividad. Son precisamente aquellos trabajos donde se requiere de un talento imaginativo y emocional donde la robótica no tiene terreno que abarcar.

La inteligencia artificial puede, además, realizar grandes cálculos en un lapso de tiempo mucho más corto gracias a los algoritmos que lleva programada. Eso implica una capacidad para solucionar problemas que antes solo estaba al alcance de profesionales altamente cualificados. El ejemplo más claro y reciente se dio la pasada semana en Japón, donde gracias a una IA apodada Watson se pudo diagnosticar un tipo de leucemia. 

La paciente, de 60 años, había sido tratada durante meses con distintos anticancerígenos para combatir la leucemia mieloide aguda que le había sido detectada. No obstante, su estado empeoraba cada vez más y los médicos no eran capaces de determinar las causas, tal y como aseguró a Efe Arinobu Tojo, integrante del equipo médico. En este mar de dudas, se decidió recurrir a Watson. La IA, desarrollada por la compañía informática IBM, comparó el informe médico de la paciente con otros 20 millones de estudios clínicos oncológicos. Como resultado, la mujer padecía leucemia secundaria, otro tipo de cáncer de médula ósea. Esto provocó el uso de un nuevo tratamiento que, esta vez sí, dio resultados positivos contra la enfermedad.

La eficacia de Watson es una prueba de que máquinas y humanos podemos convivir por el progreso. Las inteligencias artificiales son diseñadas para aprender por sí mismas y parecerse a nosotros. Su trabajo es emular la mente humana y llevarla a un mayor nivel de optimización. Solo así se explica que el programa de Google llamado AlphaGo derrotara al campeón coreano Lee Sedol del juego de mesa Go, un juego de alta dificultad muy famoso en Asia. Del mismo modo, se explica que Emma AI haya sido lanzada este mes para operar en los mercados financieros de Wall Street. Según el portal Recode, esta inteligencia artificial aspira a “ser más astuta que los seres humanos y los ordenadores que operan con acciones”. Se basa en el machine learning, el autoaprendizaje que caracteriza a este tipo de programas, con el que se quiere ir un paso más allá en la eficacia del trading de alta frecuencia y el uso de la ciencia de datos.

Nuestro presente ya está empapado de máquinas pensantes. Todos llevamos un teléfono inteligente en el bolsillo que nos enseña la publicidad que más nos puede interesar o que nos muestra intereses que se asemejan a nuestros gustos. El progreso de estas tecnologías no hace más que acelerarse a cada día que pasa para cambiar nuestra forma de vida.