El Palacio de la Zarzuela vive este viernes una jornada especialmente tensa. Lo que debía ser un fin de semana tranquilo para el rey Felipe VI se ha convertido en un inesperado quebradero de cabeza. Sin compromisos institucionales en agenda y con la reina Letizia fuera de Madrid por asuntos personales, el monarca tenía previsto disfrutar de unos días de descanso con un reducido grupo de amigos. Sin embargo, una llamada de última hora lo ha cambiado todo.

La reina Sofía atraviesa un momento delicado. Según fuentes próximas al entorno familiar, la madre del rey no se encuentra bien anímicamente. Su estado de ánimo preocupa desde hace semanas, pero en las últimas horas la situación se ha agravado. Sofía vive una etapa de profunda tristeza y agotamiento emocional, y desde Zarzuela reconocen que “no es un buen momento para dejarla sola”. Felipe VI, muy pendiente de su madre, ha decidido suspender cualquier plan y permanecer en Madrid.
El motivo de esta decisión no es menor. Hace unos días, doña Sofía habría sufrido una caída leve que, aunque sin consecuencias graves, ha dejado cierta preocupación en palacio. Los médicos recomiendan calma y reposo, pero la parte emocional pesa más que la física. La reina emérita, dicen, “no levanta cabeza”, y la soledad de los últimos meses está pasando factura.
Felipe VI, muy afectado por el estado anímico de la reina Sofía
Ni la infanta Elena ni la infanta Cristina pueden desplazarse a Zarzuela estos días, lo que deja al rey como único apoyo cercano. Felipe VI ha optado por hacer lo que siempre ha defendido en público: poner a la familia por delante de todo. “Está muy afectado, intenta ser fuerte, pero la situación le supera”, comentan desde su círculo más íntimo.
Zarzuela, en apariencia tranquila, guarda hoy un silencio denso. No hay risas, ni movimiento de coches oficiales, ni visitas previstas. Solo la discreción habitual de un palacio que, detrás de sus muros, afronta un viernes más gris de lo habitual. Un viernes negro, marcado por la preocupación, el cansancio y una melancolía que pesa demasiado incluso para un rey acostumbrado a disimular.
