Cuando Letizia entró a formar parte de la familia real aprendió de golpe que todo aquello que la caracterizaba tenía que pasar por el cedazo del protocolo y las buenas maneras. Bien, eso, sobre la práctica, porque con el tiempo, hemos visto como la reina se ha pasado por el forro muchas indicaciones que le han dejado caer en Zarzuela sobre su comportamiento. Porque con los años hemos visto cómo sigue siendo controladora y arisca, y que allí se hace lo que ella dice.

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Letizia y Felipe (GTRES)

Letizia es mucha Letizia. Si ella dice que en Zarzuela se tiene que comer día sí, día, también sopa de acelgas, se come. Si a ella no le sale del moño llevar abanicos, no los lleva. Pero incluso ella ha tenido que ceder y limar algunos aspectos que llevaba de serie cuando pisó la casa de los Borbones. Lo explica Carlos García-Calvo en su libro Letizia. De la "A" a la "Z". En su libro póstumo, el autor revela, por ejemplo, que la asturiana se pasaba el día renegando y diciendo "¡Jolín" y "¡Jolines"! a todas horas. Y que para evitarlo, pasó a decir "¡Merde"! cuando alguna cosa la saca de quicio.

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Letizia (GTRES)

Y ahora también hemos sabido, leyendo las páginas del libro, que la reina se tuvo que olvidar a la fuerza de un tic de que ponía nervioso en Zarzuela. "Tuvo un tic que le fue corregido, suponemos que por Casa Real, a las 24 horas de saberse que era la prometida del Príncipe de Asturias". ¿Cuál? Uno que repetía constantemente, "muy frecuente entre las televisivas de pelo largo: un coqueto golpe de cabeza para quitarse un mechón que se ha deslizado sobre la frente".

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Letizia con Urdaci (TVE)

Prohibido ir tocándose el pelo. Se lo dejaron clarinete: "Se le dijo que no tenía que tocarse lo pelo ya que, por lo visto, es señal de inseguridad".