Dentro de poco la princesa Leonor y la infanta Sofía volverán a reencontrarse después de mucho tiempo separadas. Las dos hermanas, que se llevan de maravilla, cómplices, se entienden a la perfección y se han pasado la vida juntas, haciéndose confidencias y siendo la niña de los ojos de sus padres, unos orgullosos Felipe y Letizia que han estado mucho tiempo separados de sus hijas, con la mayor haciendo la instrucción militar (primero en la academia de Zaragoza y después en la naval de Marín, y falta todavía la del aire en Murcia) y la pequeña haciendo el bachillerato en el internado de Gales durante dos años, como su hermana. Ahora la infanta ya está en Zarzuela, y la princesa volverá muy pronto cuando acabe su travesía en los diferentes barcos donde está haciendo las prácticas.

Leonor y Sofía en Lloret, Ig
Leonor y Sofía, IG

Será el momento, pues, que las dos hermanas vuelvan a pasar muchos ratos juntas. Las dos se complementan, se entienden y se parecen bastante..., a pesar de que con diferencias sustanciales. Aunque las han educado de la misma manera, las responsabilidades de la una y la otra no son ni serán las mismas, y eso se nota en rasgos concretos de su carácter. Y si las comparamos con las otras chicas jóvenes de la familia Borbón, sus primas Victoria Federica de Marichalar e Irene Urdangarin, hay diferencias que saltan a la vista. Lo han analizado en la revista Semana, la psicóloga y escritora Lara Ferreiro, según los perfiles de las cuatro nietas de los reyes eméritos.

Victoria Federica e Irene Urdangarin / Instagram
Victoria Federica e Irene Urdangarin / Instagram

Comparten apellido y estatus, pero no pueden ser más diferentes. Y especialmente curiosos son los análisis de la heredera y su hermana pequeña. Los diferentes entornos en los cuales han crecido (y además, con padres separados Victoria Federica e Irene), a pesar de compartir linaje y realeza, han hecho que nos encontremos, por ejemplo, una Leonor que ha crecido sabiendo que reinará (en teoría) algún día, viviendo bajo una presión social e institucional muy grande. De hecho, no se descarta que presente un tipo de "apego evitativo, típico en niños criados en entornos altamente exigentes". Imagen pública impecable: meticulosa, prudente, sonriente, correcta, eso podría provocarle una mala pasada y esconder lo que en psicología se conoce como síndrome de la niña perfecta: una autoexigencia extrema y una dificultad para mostrar vulnerabilidad". Y alerta con cuál es el temor mayor de la princesa: "Fracasar. Si no aprende a gestionar esa presión, podría desarrollar atelofobia, el miedo patológico a no ser perfecta".

Leonor y Sofía en el lavabo de baldosas marrones, Instagram
Leonor y Sofía, Instagram

¿Y Sofía? Alertan de otro síndrome diferente: a pesar de vivir en un segundo plano, estar más libre de compromisos, tener un carácter más espontáneo y risueño, y que probablemente "posee un apego más seguro al haber estado menos expuesta a la presión pública", podría sufrir de un posible “síndrome de la segundona, al sentirse menos vista o reconocida. Su armonía con su hermana podría resquebrajarse con los años si emergen tensiones soterradas. No sería extraño que en un futuro Sofía dijera: 'Yo no quiero esta vida' y eligiera un camino más independiente o creativo, lejos de Zarzuela". ¿Y sus primas? De Victoria Federica indican que "No quiere tronos, pero sí portadas. Su vida parece un desfile entre exclusivas y estilismos de marca. Busca su identidad fuera del entorno real”, y de la hija pequeña de la infanta Cristina que "es la más silenciosa de las cuatro. Tiene señales de un apego desorganizado, el más difícil: deseo de afecto mezclado con temor al abandono". Este es el panorama... y este puede ser el panorama.