La decisión hecha pública este lunes sobre el rey Felipe y el hecho de que se haya aplicado un aumento salarial de un 1,5% de los presupuestos generales del Estado todavía no ha apaciguado los ánimos de muchos ciudadanos indignados, que tildaban a la Casa Real de "zánganos y traficantes". El monarca tiene el poder de subirse el sueldo cuando quiera, y después del autoaumento, el sueldo le ha quedado en 242.769 euros brutos. Dividido en 12 pagas, 20.250 euros al mes. Una buena cifra, teniendo en cuenta que lo tiene todo pagado. Y tanto o más escandaloso es lo que gana su padre, el rey emérito, para hacer todavía menos. Juan Carlos recibe 194.232 euros de Zarzuela.
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Las atribuciones monárquicas, aumento incluido, en un momento donde la Casa Real está más en entredicho que nunca, han acabado de indignar, especialmente, si también tenemos en cuenta que la Audiencia Nacional archivó las investigaciones a Juan Carlos a pesar de lo que dice Corinna de él en conversaciones con Villarejo. Incluso, el CIS no hace ninguna pregunta a la ciudadanía sobre el papel de los Borbones en su última encuesta de opinión. Tanto, que algunos periodistas se preguntan si la última acción del rey de España es una estupidez o una provocación. El periodista David Bollero, en el diario Público se responde a si mismo: "¿Era realmente necesario subirse el sueldo? Claro que no lo era. El gesto de Felipe VI, o es una estupidez o es una provocación… o ambas".
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No se quedan aquí los adjetivos utilizados en la descripción de la subida de sueldo de Felipe en una monarquía que, según dice el articulista, es una "institución obsoleta e inútil": "me parece un gesto mezquino por parte del Borbón. La guinda del pastel a tamaña desfachatez es que Juan Carlos I, sin oficio pero con beneficio, también tiene subida de sueldo. Viva la monarquía". La crónica pone el dedo en la llaga indicando que a la ciudadanía "se le está atragantando ya una Casa Real que nos sobra, que no queremos, que cual garrapata se atenaza a nuestra democracia y chupa todo cuanto puede".
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A pesar de la fe del periodista de que estemos asistiendo a los últimos coletazos de una monarquía en España, él mismo avisa que "sus tentáculos están muy extendidos" y que si se consigue suprimir esta institución, será "como cuando cesa ese ruido molesto de la campana extractora al que nos habíamos acostumbrado. Se acabaron sus provocaciones, sus estupideces y su impunidad". 'Obsoletos, inútiles, desvergonzados, mezquinos, provocadores, estúpidos, garrapatas, chupópteros, campanas extractoras'... El número de adjetivos contrarios a Felipe ha crecido exponencialmente al aumento que él mismo se ha atribuido.