En los pasillos silenciosos de Zarzuela, la reina emérita Sofía ha tomado una decisión que lleva años evitando: irse. No de viaje. No por unos días. Irse de verdad. Volver al único lugar que todavía siente como suyo: Grecia.

Este verano, por primera vez en décadas, su figura no ha aparecido en Mallorca. Allí donde el rey Felipe VI se deja ver entre regatas, donde Letizia pasea con sus hijas para apaciguar rumores, y donde la familia finge estar unida frente al Mediterráneo. Pero Sofía no está. Ni quiere estar.

reina Sofía
reina Sofía

La reina Sofía renuncia a Marivent para cuidar de su hermana Irene

La razón tiene nombre y memoria frágil: Irene, su hermana. Su compañera de vida. Su sombra. La mujer que vivía en la habitación contigua y que ahora apenas puede recordar la suya. Enferma, cada vez más ausente, la princesa griega atraviesa sus últimos días entre vacíos de lucidez. Y Sofía quiere cumplir sus últimas voluntades. Irene quiere morir en Grecia y Sofía quiere estar con ella. Cuidar de lo poco que queda de ellas. Lo repite cada vez con más firmeza, con la determinación tranquila de quien ya no tiene nada que ofrecer.

Durante años, Sofía aguantó en silencio. Solo a cambio de un buen sueldo y de no trabajar demasiado, soportó escándalos, desplantes y humillaciones. Su papel siempre fue la discreción. La estabilidad. El telón de fondo. Pero ahora, con los años pesando y los días repitiéndose, ha decidido priorizar algo que nunca puso en primer lugar: su voluntad. No es solo Irene. Es Constantino, su hermano, muerto hace unos meses. Es la soledad. Es el eco de un pasado que se desvanece sin despedida. Grecia, su país natal, es lo único que le queda vivo en la memoria.

Por eso ha hablado con Felipe. Le ha pedido permiso. O, al menos, comprensión. Porque sabe que su hijo, aunque rey, no deja de ser un hijo. Y teme que no la deje partir. Él prefiere que siga en Madrid. Dice que en Zarzuela tiene cuidados, médicos y seguridad. Pero Sofía no busca estabilidad. Busca vivir sus últimos días como quiere y que también lo pueda hacer su hermana.

Irene de Grecia y reina Sofía / Gtres
Irene de Grecia y reina Sofía / Gtres

Irene quiere pasar sus últimos días en Grecia y Sofía también

Su entorno asegura que pasa horas encerrada en su habitación. Apenas come ni duerme. Apaga la luz y llora. Los que la quieren intentan distraerla, le dicen que se quede, que piense en sus nietas. Pero ella ya ha cumplido su papel. Sabe que en cuanto Leonor acabe su formación militar, la monarquía tendrá nuevas voces y nuevas caras. Ella ya no es necesaria. Ni se siente parte.

Así que mira a Grecia. No como un retiro, sino como un regreso. A la tierra donde fue niña, princesa y hermana, y donde quiere morir Irene, aunque a veces no recuerde por qué.