La reina Sofía vive uno de los veranos más dolorosos de su vida. A sus 86 años, afronta problemas que la desgastan física y emocionalmente. Se siente sola, cansada y rodeada de un clima familiar cada vez más frío.

Su mayor preocupación ahora es el estado de salud de su hermana Irene de Grecia. Aunque Casa Real guarda silencio, varias fuentes y medios coinciden en que padece Alzhéimer en una fase muy avanzada. Sofía está destrozada. Irene ha sido su compañera fiel durante décadas. Sabe que no hay cura. Solo puede estar a su lado, acompañándola en sus últimos días.

La reina Sofía con su hermana Irene de Grecia
La reina Sofía con su hermana Irene de Grecia

La tensión entre sus hijos no deja vivir en paz a la reina Sofía

Sin embargo, hay algo que no le deja vivir estos duros momentos en paz. La distancia entre sus tres hijos se ha convertido en una herida abierta. Felipe VI, Elena y Cristina apenas se soportan. Las reuniones familiares son escasas. Las tensiones, evidentes.

El motivo principal es Juan Carlos I. Elena y Cristina no aceptan que su hermano impida el regreso del emérito a España. Tampoco comparten que intervenga para frenar la publicación de sus memorias o que bloquee sus contactos con Netflix para producir una serie sobre su vida.

Las infantas presionan sin descanso. Argumentan que su padre está delicado de salud y que merece pasar sus últimos años en su país. Consideran que casi cinco años de exilio en Abu Dabi son castigo suficiente.

Pero Felipe no cede. Su prioridad es proteger la imagen de la monarquía, incluso por encima de los lazos de sangre. Sabe que la figura de su padre sigue siendo polémica y no quiere que esté cerca del trono, menos ahora que el futuro de Leonor está en juego.

La reina Sofia con elena y cristina efe
La reina Sofía con Elena y Cristina / EFE

La reina Sofía entra en juego

En medio de esta guerra, Sofía se siente desgastada. Cada día le queda menos energía para soportar la tensión. El dolor emocional se acumula. Sin embargo, está dispuesta a luchar una última vez.

No quiere abandonar este mundo sin ver a sus hijos reconciliados. Su hermana Irene necesita su atención, y para eso debe cerrar el capítulo de las disputas familiares. Por eso ha decidido actuar.

Su plan es claro: convocar una reunión con los tres. Felipe, Elena y Cristina sentados en la misma mesa. La meta: limar asperezas y cerrar filas en favor de la monarquía.

Antes de ese encuentro, la emérita hablará por separado con cada uno. Primero con Felipe, buscando que flexibilice su postura. Luego con las infantas, para pedirles que bajen el tono de sus críticas. Sabe que no será fácil.

La reina es consciente de que el tiempo juega en su contra. La salud de Irene empeora, y la brecha entre sus hijos crece. Pero tiene claro que si no lo intenta ahora, ya no habrá oportunidad. Sofía quiere paz. No para ella, sino para dejar a la familia real unida. Aunque sea su última batalla.