La reina Sofía se encuentra ante un período de cambios. Con la reciente alcanzada mayoría de edad de Leonor, es probable que sus servicios a la institución ya no sean requeridos. La emérita era la única miembro de la familia real que figuraba en los Presupuestos Generales del Estado y desempeñaba funciones en la corona. Se encargaba de representar en algunos eventos a los que los Reyes no podían asistir por incompatibilidad. Sin embargo, en la actualidad, la princesa ya es mayor de edad y participa en eventos sin la presencia de sus padres. Lo mismo ocurrirá con la infanta Sofía en menos de dos años, asumiendo la labor que realizaba su abuela paterna. Felipe y Letizia han discutido la posibilidad de jubilar a la emérita a sus 85 años para que pueda descansar y dedicarse a sí misma y a su hermana Irene, quien según la revista Lecturas, padece la enfermedad del olvido, Alzheimer.
Sofía siempre ha estado comprometida con la institución, a pesar de las humillaciones de Juan Carlos y Felipe, entendía cuál era su deber. Su papel como reina prevalecía sobre el de madre o mujer. Se enfrenta con aprensión al momento de anunciar su retirada y le gustaría permanecer activa hasta el final. La corona es su vida.
La emérita ha sido una de las reinas más queridas en las monarquías europeas, una figura histórica reconocida en todo el mundo por su desempeño como reina, así como por su carácter fuerte y exigente, junto con sus peculiaridades. La hermana de Irene siempre ha establecido normas rigurosas, y su personal de servicio debe asegurarse de que se cumplan.
En todas sus apariciones fuera de Madrid, la reina Sofía elige los hoteles más exclusivos, optando exclusivamente por establecimientos de cinco estrellas. Requiere que se cumplan todas sus comodidades, y la mayoría de los hoteles conocen y se esfuerzan por satisfacer sus exigencias.
Las exigencias de la reina Sofía en los hoteles
Se dice que es una persona muy estricta. "La reina no acepta consejos y raramente se queja. Sin embargo, es inflexible con el servicio; si nota que una prenda no está correctamente planchada, simplemente la arroja al suelo", explica Pilar Eyre en su artículo titulado 'No es por maldad'. Es conocida por su exigencia consigo misma y con los demás, destacando su sentido de la responsabilidad.
Según el testimonio de alguien que formó parte de su equipo de peluquería al principio, "si accidentalmente le tirabas del pelo, no decía nada, pero la mirada... uff, la mirada...". Un recuerdo que aún le produce "un estremecimiento" al recordarlo. Siempre que se aloja en un hotel, solicita varias limpiezas, exigiendo que el baño esté impecable y completamente desinfectado, así como las sábanas. Su aversión a la suciedad se refleja en su escrupulosidad, especialmente teniendo en cuenta la cantidad de personas que ocupan los hoteles diariamente.