El esperado desembarco de la princesa Leonor en Nueva York, última escala del viaje a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano, ha estado marcado por una notable ausencia: la de su abuela, la reina emérita Sofía. Aunque se contempló su presencia como parte del recibimiento oficial, finalmente no hubo rastro de la madre del rey Felipe VI en el histórico momento.
Lejos de tratarse de un contratiempo logístico o de agenda, diversas fuentes apuntan a que fue la propia Leonor quien expresó su deseo de que Sofía no participara en el acto. Una decisión que, aunque envuelta en discreción institucional, revela una ruptura emocional que se arrastra desde hace tiempo y que Zarzuela intenta mantener fuera del foco mediático.

La princesa Leonor ya está en tierra firme
La llegada de la heredera a la ciudad estadounidense, tras recorrer más de 17.000 millas náuticas y visitar ocho países, fue cuidadosamente orquestada por el equipo de comunicación de la Casa Real, que desplazó personal, cámaras y periodistas a Estados Unidos. Se produjo un día antes. Inicialmente estaba previsto que ocurriera este jueves 5 de junio, pero se adelantó al miércoles. Pero más allá del despliegue técnico y la llegada, lo que ha llamado la atención es algo con lo que se había especulado, pero que finalmente no ha sucedido: el encuentro entre abuela y nieta.
Lo cierto es que la relación entre Leonor y la reina Sofía ha sido históricamente distante. Aunque públicamente se han mostrado juntas en actos puntuales, como las vacaciones en Mallorca o celebraciones familiares, lo cierto es que su vínculo personal es débil, casi inexistente según fuentes cercanas.

Leonor no quería a Sofía recibiéndola en Nueva York
Leonor y Sofía no comparten confidencias ni momentos privados, y la heredera no ve a su abuela como una figura de peso en su entorno emocional. A diferencia de Paloma Rocasolano, que sí ha tenido una presencia activa en la vida de la princesa, la emérita ha vivido distanciada.
Es por eso que Leonor rechazó una fotografía familiar forzada, donde no hay una conexión real. La joven princesa, según estas fuentes, no quiere ser parte del paripé habitual para emitir una imagen de unidad. Para ella, las puestas en escena sin base real no tienen cabida en una institución que, se supone, busca modernizarse.